sábado, 7 de diciembre de 2013

"EL PROFETA DE LA TOLERANCIA": ARZOBISPO DESMOND TUTU, EN PÁGINA 12

http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-235165-2013-12-07.html



EL MUNDO › OPINION

"El profeta de la tolerancia



 Por el arzobispo Desmond Tutu *

La pasión de Madiba por la igualdad y la democracia, y por la posibilidad de que todos gocen de los mismos derechos, fue iluminada en un grado muy considerable por la enseñanza bíblica del valor infinito de cada uno, por ser todos creados en la imagen de Dios.

No tenía nada que ver con atributos intrínsecos o circunstancias como la etnicidad, el color de la piel o la posición social. Era un fenómeno universal y esta dignidad, libertad e igualdad de todos eran cosas por las que estaba dispuesto a luchar y vivir. Y, si era necesario, estaba preparado a morir por ellas. Su oposición a la injusticia, el racismo y la opresión no era por lo tanto política o ideológica sino en un sentido muy real, también profundamente religiosa.

El cumplimiento de esto era una pasión por la libertad, el no racismo y la rectitud que sería consagrada en nuestra magnífica constitución, que asegura que ese legado vivirá para siempre. Estaba templado en el fuego de la adversidad. Todo lo que soportó en la época en que era un escurridizo Pimpinela Negro, con una escasa vida familiar y los 27 años de encarcelamiento, fueron importantes en el forjado del hombre. Le dieron una nueva profundidad, le ayudaron a ser más comprensivo con las flaquezas de otros, a ser generoso, más tolerante y magnánimo, y le dieron una credibilidad e integridad inexpugnable para poder ser lo que fue cuando emergió de prisión, deseoso de tender una mano de amistad a sus ex adversarios y ser generoso al vencerlos. Comprendió que un enemigo es un amigo que espera ser aceptado, de manera que quiso que su ex guardiacárcel blanco asistiera a su inauguración presidencial como invitado VIP; y que Percy Yutar, el fiscal del juicio de Rivonia en que fue sentenciado a perpetua, el abogado que había pedido la sentencia de muerte, viniera a almorzar con él a la presidencia. También era capaz de visitar a la viuda del Dr. Verwoerd, el arquitecto del apartheid, a tomar el té porque ella no podía ir a la presidencia.

Este “ex terrorista” podía tener comiendo de su mano a muchos que pensaban que todavía era el Enemigo Público Nº 1. Asombró a todos con una corporización espectacular de la magnanimidad y el perdón, y salvó a nuestra tierra del baño de sangre que la mayoría había predecido sería nuestra suerte al resolver el problema de la despiadada opresión del apartheid en la inmensa mayoría de la población. El sufrimiento puede amargar, pero también puede ennoblecer, y Dios nos bendijo y mucho cuando esto último pasó en el caso de Madiba.
Creció en estatura moral como creció en atributos y tolerancia. Trataba de ver el punto de vista del otro y también estaba dispuesto a hacer concesiones y buscar lo que a menudo nos ayuda a sacar las castañas del fuego.
Fue escrupuloso en mostrar un profundo respeto por todas las creencias que podían encontrarse en nuestro país. Después de que fue ungido por el Parlamento como nuestro primer presidente democráticamente electo, el 9 de mayo de 1994, el viernes fue a una mezquita, el sábado a una sinagoga y el domingo a un servicio interdenominacional en el Estadio FNB en Soweto. En su ceremonia de inauguración, las oraciones fueron ofrecidas por ministros musulmanes, judíos, hindúes y cristianos.

El espíritu de tolerancia está ahora consagrado en la costumbre de que el Parlamento comience cada día con un período de silencio para permitir a cada uno ser coherente con su fe o falta de ella. Reemplaza las cosas en la forma en que eran hechas antiguamente, en el Parlamento blanco, cuando las oraciones cristianas estaban a la orden del día, a pesar de que unos pocos miembros eran judíos.

El respeto por las cosas que otros respetan es una preciosa parte del legado que este gran hombre nos deja y es una tremenda contribución al futuro que queremos ver, particularmente en un momento en que el fundamentalismo religioso de todo tipo amenaza la paz del mundo.

* Primado de la Iglesia Anglicana en Africa Meridional, ex titular de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación.
Traducción: Celita Doyhambéhère".

sábado, 2 de marzo de 2013

"La democracia como nihilismo": Julio César Carrión Castro en Viva la Ciudadanía

 http://viva.org.co/cajavirtual/svc0341/articulo15.html


La democracia como Nihilismo
  Julio César Carrión Castro
  Universidad del Tolima
   
 
Lo que cuento es la historia de los dos próximos siglos. Describe lo que sucederá, lo que no podrá suceder de otra manera: la llegada del nihilismo. Esta historia ya puede contarse ahora, porque la necesidad misma está aquí en acción. Este futuro habla ya en cien signos; este destino se anuncia por doquier; para esta música del porvenir ya están aguzadas todas las orejas. Toda nuestra cultura europea se agita ya desde hace tiempo, con una tensión torturadora, bajo una angustia que aumenta de década en década, como si se encaminara a una catástrofe; intranquila, violenta, atropellada, semejante a un torrente que quiere llegar cuanto antes a su fin, que ya no reflexiona, que teme reflexionar.
Nietzsche, prefacio a La Voluntad de Poder, 1888.
Federico Nietzsche captó a la perfección la decadencia histórica de la llamada sociedad occidental y cristiana; predijo el porvenir y las posibilidades del “progreso” y de la democracia. El deplorable estado actual de la democracia en el mundo así lo certifica: vivimos su fracaso, el descrédito de sus supuestos “valores”, que se expresa no sólo en la corrupción y en la vileza de sus dirigentes, sino en el generalizado apoliticismo de las masas, en el desencanto y la resignación de unos ciudadanos cada vez más alejados de los intereses públicos. Apoliticismo, resignación y una desengañada aceptación del statu quo, son las principales características de los habitantes de las sociedades demo-liberales, sometidos a la más terrible docilidad y domesticación, bajo unos regímenes que orgullosamente se proclaman como la expresión final de la historia.
Se trata de una democracia que logró despolitizar la población, ahuyentando a los ciudadanos de la política y dejando esa actividad en manos de reducidos círculos de pequeños seres humanos ambiciosos, mediocres y corruptos, comprometidos solamente con el pragmatismo cínico de sus intereses personales, cuando no con los intereses imperiales.
El fascismo que solía ser explicado como un horroroso fenómeno “aislado” que respondía a causas muy determinadas, propias de un tiempo y de unos países, de hombres perversos y de mentalidades oscuras que poco o nada tendrían que ver ya con nosotros; con “extraños” planteamientos xenófobos, racistas, nacionalistas, autoritarios, totalitarios… Ese fascismo que se nos presentaba como la antítesis de la democracia, hace ya tiempo que “contaminó” desde dentro el contemporáneo régimen liberal ya universalizado, es más, desde siempre habita en las entrañas mismas de la democracia. Sólo que hoy las reglas del llamado Estado Social de Derecho, han sido sustituidas por lo que se consideraba “excepción”, ese umbral de indeterminación entre la democracia y el absolutismo, que pasó a convertirse en el “paradigma de gobierno dominante en la política contemporánea”. Como lo expresa Pedro García Olivo: “El "fascismo" no se percibiría ya, desde esta plataforma conceptual, como un "horror" enterrado para siempre en el pasado; sino como una opción para el Capital, una mera alternativa funcional a la Democracia, monstruo sustitutorio que muy fácilmente puede re-visitarnos, una baza a la que jamás renunciarán las burguesías dominantes...”
El fascismo no se puede seguir entendiendo como un ‘horror’ enterrado para siempre en el pasado; ha sido y es una alternativa permanentemente paralela y funcional a la llamada democracia. Está ahí presente, siempre ha estado ahí, porque, inexorablemente la democracia liberal ha conducido a un fascismo de nuevo tipo, hoy  mundializado, y que tiene sus fundamentos conceptuales en las propias teorías de la Ilustración ya puestas en evidencia.
Se trata de un fascismo “nuevo” con un formato distinto al “antiguo”, pero idéntico en sus caracteres básicos: subalternidad de las gentes, amplio despliegue de símbolos, alegorías y emblemas, movilización total de las masas, manipulación mediática de las emociones de los sectores populares, promoción de supuestos esfuerzos abnegados, inteligentes y “patrióticos” de las tan permanentes como agresivas fuerzas armadas, ausencia de oposición, carencia de crítica y de resistencia; cooptación generalizada, es decir, ‘docilidad’ de la población; expansionismo, afán de universalización, belicismo y voluntad de exterminar todas las diferencias (culturales, psicológicas, políticas, económicas...) bajo el manto del pensamiento único, uniformador. Vivimos todo ello superpuesto en el aparato político de la llamada democracia (elecciones, parlamentos, ramas del poder, partidos, prensa, etc.); fascismo democrático instalado ya cómodamente en nuestras sociedades...
Ese calor de masas, esas movilizaciones, ese fervor que acompañó a los fascismos antiguos, hoy parece sustituido por una total  “falta de entusiasmo”, por la despolitización de la sociedad debido a la práctica insulsa del liberalismo político. Hombres y mujeres nominalmente demócratas, pero cada vez más decepcionados, carentes de entusiasmo, desilusionados, desencantados y aburridos, habitando en este “parque humano”, en medio de tendencias bestializantes, pero disfrazadas de humanizadoras; en estas sociedades que soportan lo que Zigmunt Bauman ha denominado una “vida de consumo”, en donde nosotros mismos nos tasamos y ponemos en venta, según las exigencias del mercado, convirtiéndonos en aptos para el consumo, conforme los estándares establecidos.
El animal humano ha sido regulado, domesticado, habilitado para soportarlo todo sin experimentar emociones de disgusto o de rechazo; seres humanos manejables, incapaces ya de “odiar lo que es digno de ser odiado y de amar lo que merece ser amado”; hombres amortiguados a los que desagrada el conflicto, ineptos para la rebelión, que se extinguen en un escepticismo paralizador, resuelto como conformismo y docilidad; hombres que no han sabido intuir los peligros de la sensatez y la cordura y mueren sus vidas en un sistema de entrega y capitulación, unos por miedo y otros por placer.
Hasta el pensamiento político contestatario y anticapitalista ha derivado hacia posturas conservadoras o estrechamente reformistas. Desde supuestas “posiciones de izquierda”, se pretende universalizar el liberalismo y su noción de “democracia”. Desencantados ex-revolucionarios de ayer, hoy son soportados  porque sólo hacen uso de un criticismo amortiguado, porque no cuestionan a fondo el sistema. Son ya reinsertados y aceptados; a fin de cuentas no representan ninguna amenaza al poder estatuido. Con sus gestos residuales de izquierda, conforman lo que Antonio García Nossa denominó en su momento con tanta lucidez como las “disidencias tácticas”; aquellos movimientos distractivos encargados, en última instancia, de fortalecer el poder de las oligarquías que los toleran y alientan, porque logran captar la inconformidad de los sectores populares, volviéndola adaptación sumisa y resignación.
Nuestra civilización, nuestra cultura, en su fase de decadencia nihilista -y, por tanto, de escepticismo y conformismo-, ha proporcionado a este nuevo modelo de “democracia” los hombres moldeados durante siglos desde los diversos aparatos ideológicos, en particular desde la escuela: avezados en la tramposa técnica de la competitividad y de la  delación, pero, además, capaces de vigilarse, censurarse, castigarse y corregirse, atrapados en “el cumplimiento del deber”, la “debida obediencia”, “el acatamiento a las leyes” y en la “responsabilidad”, según las expectativas impuestas por las normas de convivencia establecidas por los grupos hegemónicos.
Edición N° 00341 – Semana del 1º al 7 de Marzo de 2013