martes, 28 de junio de 2011

"CRISIS TERMINAL DEL CAPITALISMO": LEONARDO BOFF EN EL PAÍS, COSTA RICA

http://www.elpais.cr/articulos.php?id=48113


¿Crisis terminal del capitalismo?

Leonardo Boff (*)

Fuente: elpais.cr  | 25/06/2011
Vengo sosteniendo que la crisis actual del capitalismo es más que coyuntural y estructural. Es terminal. ¿Ha llegado el final del genio del capitalismo para adaptarse siempre a cualquier circunstancia? Soy consciente de que pocas personas sostienen esta tesis. Dos razones, sin embargo, me llevan a esta interpretación.

La primera es la siguiente: la crisis es terminal porque todos nosotros, pero particularmente el capitalismo, nos hemos saltado los límites de la Tierra. Hemos ocupado, depredando, todo el planeta, deshaciendo su sutil equilibrio y agotando sus bienes y servicios hasta el punto de que no consigue reponer por su cuenta lo que le han secuestrado. Ya a mediados del siglo XIX Karl Marx escribía proféticamente que la tendencia del capital iba en dirección a destruir sus dos fuentes de riqueza y de reproducción: la naturaleza y el trabajo. Es lo que está ocurriendo.

La naturaleza efectivamente se encuentra sometida a un gran estrés, como nunca antes lo estuvo, por lo menos en el último siglo, sin contar las 15 grandes diezmaciones que conoció a lo largo de su historia de más de cuatro mil millones de años. Los fenómenos extremos verificables en todas las regiones y los cambios climáticos, que tienden a un calentamiento global creciente, hablan a favor de la tesis de Marx. ¿Sin naturaleza cómo va a reproducirse el capitalismo? Ha dado con un límite insuperable.

El capitalismo precariza o prescinde del trabajo. Existe gran desarrollo sin trabajo. El aparato productivo informatizado y robotizado produce más y mejor, con casi ningún trabajo. La consecuencia directa es el desempleo estructural.
Millones de personas no van a ingresar nunca jamás en el mundo del trabajo, ni siquiera como ejército de reserva. El trabajo, de depender del capital, ha pasado a prescindir de él. En España el desempleo alcanza al 20% de la población general, y al 40% de los jóvenes. En Portugal al 12% del país, y al 30% entre los jóvenes. Esto significa una grave crisis social, como la que asola en este momento a Grecia. Se sacrifica a toda la sociedad en nombre de una economía, hecha no para atender las demandas humanas sino para pagar la deuda con los bancos y con el sistema financiero. Marx tiene razón: el trabajo explotado ya no es fuente de riqueza. Lo es la máquina.

La segunda razón está ligada a la crisis humanitaria que el capitalismo está generando. Antes estaba limitada a los países periféricos. Hoy es global y ha alcanzado a los países centrales. No se puede resolver la cuestión económica desmontando la sociedad. Las víctimas, entrelazas por nuevas avenidas de comunicación, resisten, se rebelan y amenazan el orden vigente. Cada vez más personas, especialmente jóvenes, no aceptan la lógica perversa de la economía política capitalista: la dictadura de las finanzas que, vía mercado, somete los Estados a sus intereses, y la rentabilidad de los capitales especulativos que circulan de unas bolsas a otras obteniendo ganancias sin producir absolutamente nada a no ser más dinero para sus rentistas.

Fue el capital mismo el que creó el veneno es el que lo puede matar: al exigir a los trabajadores una formación técnica cada vez mejor para estar a la altura del crecimiento acelerado y de la mayor competitividad, creó involuntariamente personas que piensan. Éstas, lentamente van descubriendo la perversidad del sistema que despelleja a las personas en nombre de una acumulación meramente material, que se muestra sin corazón al exigir más y más eficiencia, hasta el punto de llevar a los trabajadores a un estrés profundo, a la desesperación, y en algunos casos, al suicidio, como ocurre en varios países, y también en Brasil.

Las calles de varios países europeos y árabes, los "indignados" que llenan las plazas de España y de Grecia son expresión de una rebelión contra el sistema político vigente a remolque del mercado y de la lógica del capital. Los jóvenes españoles gritan: «no es una crisis, es un robo». Los ladrones están afincados en Wall Street, en el FMI y en el Banco Central Europeo, es decir, son los sumos sacerdotes del capital globalizado y explotador.

Al agravarse la crisis crecerán en todo el mundo las multitudes que no aguanten más las consecuencias de la súper explotación de sus vidas y de la vida de la Tierra y se rebelen contra este sistema económico que ahora agoniza, no por envejecimiento, sino por la fuerza del veneno y de las contradicciones que ha creado, castigando a la Madre Tierra y afligiendo la vida de sus hijos e hijas.

lunes, 20 de junio de 2011

De Nóvel a Nóvel: Carta abierta de Adolfo Pérez Esquivel a Barack Obama

Estimado Barack:

Al dirigirte esta carta lo hago fraternalmente y a la vez para expresarte la preocupación e indignación de ver cómo la destrucción y muerte sembradas en varios países, en nombre de la “libertad y la democracia”, dos palabras prostituidas y vaciadas de contenido, terminan justificando el asesinato y es festejado como si se tratase de un acontecimiento deportivo.

Indignación por la actitud de sectores de la población de los EE.UU., de jefes de Estado europeos y de otros países que salieron a apoyar el asesinato de Bin Laden, ordenado por tu gobierno y tu complacencia en nombre de una supuesta justicia.

No buscaron detenerlo y juzgarlo por los crímenes supuestamente cometidos, lo que genera mayor duda; el objetivo fue asesinarlo.

Los muertos no hablan, y ante el miedo a que el ajusticiado pudiera decir cosas no convenientes para los EE.UU., la salida fue el asesinato y asegurar que “muerto el perro se terminó la rabia”, sin tener en cuenta que no hacen otra cosa que incrementarla.

Cuando te otorgaron el Premio Nobel de la Paz, del cual somos depositarios, te envié una carta que decía: “Barack, me sorprendió mucho que te hayan otorgado el Nobel de la Paz, pero ahora que lo tienes debes ponerlo al servicio de la paz entre los pueblos; tienes toda la posibilidad de hacerlo, de terminar las guerras y comenzar a revertir la grave situación que vive tu país y el mundo”.

Sin embargo has incrementado el odio y traicionado los principios asumidos en la campaña electoral ante tu pueblo, como poner fin a las guerras en Afganistán e Irak y cerrar las cárceles en Guantánamo y Abu Graib en Irak. Nada de eso has logrado hacer; por el contrario, decides comenzar otra guerra contra Libia, apoyada por la OTAN y la vergonzosa resolución de las Naciones Unidas de apoyarla; cuando ese alto organismo, empequeñecido y sin pensamiento propio, ha perdido el rumbo y está sometido a las veleidades e intereses de las potencias dominantes.

La base fundacional de la ONU es la defensa y promoción de la paz y dignidad entre los pueblos. Su preámbulo dice: “Nosotros los pueblos del mundo…”, hoy ausentes de ese alto organismo.

Quiero recordar a un místico y maestro que tiene en mi vida una gran influencia, el monje trapense de la Abadía de Getsemaní en Kentucky, Tomás Merton, quien dice: “La mayor necesidad de nuestro tiempo es limpiar la enorme masa de basura mental y emocional que atasca nuestras mentes y convierte toda vida política y social en una enfermedad de masas. Sin esa limpieza doméstica no podemos comenzar a ver. Si no vemos no podemos pensar”.

Eras muy joven Barack durante la Guerra de Vietnam; tal vez no recuerdes la lucha del pueblo norteamericano por oponerse a la guerra.

Los muertos, heridos y mutilados en Vietnam hasta el día de hoy sufren sus consecuencias.

Tomás Merton decía –frente a un matasellos del correo que acababa de llegar, The U.S. Army, key to peace, “El ejército estadounidense, clave de la paz”–: ningún ejército es clave de la paz. Ninguna nación tiene la clave de nada que no sea la guerra. El poder no tiene nada que ver con la paz. Cuanto más aumentan los hombres el poder militar, más violan la paz y la destruyen.

He compartido y acompañado a los veteranos de guerra de Vietnam, en particular a Brian Wilson y sus compañeros, quienes fueron víctimas de esa guerra y de todas las guerras.

La vida tiene ese no sé qué de lo imprevisto y sorprendente, de la fragancia y belleza que Dios nos dio para toda la humanidad y que debemos proteger para dejar a las generaciones futuras una vida más justa y fraterna; restablecer el equilibrio con la Madre Tierra.

Si no reaccionamos para cambiar la situación actual de la soberbia suicida, arrastrando a los pueblos a recovecos profundos donde muere la esperanza, será difícil salir y ver la luz. La humanidad merece un destino mejor.

Sabes que la esperanza es como el loto que crece en el fango y florece en todo su esplendor mostrando su belleza. Leopoldo Marechal, ese gran escritor argentino, decía que “del laberinto se sale por arriba”.

Y creo, Barack, que después de seguir tu ruta equivocando caminos, te encuentras en un laberinto sin poder encontrar la salida y te entierras más y más en la violencia, en la incertidumbre, devorado por el poder de dominación, arrastrado por las grandes corporaciones, el complejo industrial militar, y crees tener el poder que todo lo puede y que el mundo está a los pies de los EE.UU. porque impone la fuerza de las armas, e invades países con total impunidad. Es una realidad dolorosa, pero también existe la resistencia de los pueblos que no claudican frente a los poderosos.

Son tan largas las atrocidades cometidas por tu país en el mundo que daría tema para largo, es un desafío para los historiadores que tendrán que investigar y saber de los comportamientos, política, grandeza y pequeñeces que han llevado a EE.UU. al monocultivo de las mentes que no le permite ver otras realidades.

A Bin Laden, supuesto autor ideológico del ataque a las Torres Gemelas, lo identifican como el Satán encarnado que aterrorizaba al mundo y la propaganda de tu gobierno lo señalaba como el “eje del mal”, y eso le ha servido para declarar las guerras deseadas que el complejo industrial militar necesita para colocar sus productos de muerte.

Sabes que investigadores del trágico 11 de septiembre señalan que el atentado tiene mucho de “autogolpe”, como el avión contra el Pentágono y el vaciamiento anterior de las oficinas de las Torres; atentado que dio motivo para desatar la guerra contra Irak y Afganistán y ahora contra Libia; argumentando en la mentira y la soberbia del poder que todo lo hacen para salvar al pueblo, en nombre de “la libertad y defensa de la democracia”, con el cinismo de decir que la muerte de mujeres y niños son “daños colaterales”. Eso lo viví en Irak, en Bagdad con los bombardeos a la ciudad y el hospital pediátrico, y en el refugio de niños que fueron víctimas de esos “daños colaterales”.

La palabra vaciada de valores y contenido, por lo que al asesinato lo llamas muerte y dices que por fin EE.UU. ha “muerto” a Bin Laden. No trato de justificarlo bajo ningún concepto, estoy en contra de todo terrorismo, tanto de esos grupos armados, como del terrorismo de Estado que tu país ejerce en diversas partes del mundo apoyando a dictadores, imponiendo bases militares e intervenciones armadas, ejerciendo la violencia para mantenerse por el terror en el eje del poder mundial. ¿Hay un solo “eje del mal”? ¿Cómo lo llamarías?

¿Será por ese motivo que el pueblo de los EE.UU. vive con tanto miedo a las represalias de quienes llaman el “eje del mal”? El simplismo e hipocresía de justificar lo injustificable.

La paz es una dinámica de vida en las relaciones entre las personas y los pueblos; es un desafío a la conciencia de la humanidad; su camino es trabajoso, cotidiano y esperanzador, donde los pueblos son constructores de su propia vida y de su propia historia. La paz no se regala, se construye, y eso es lo que te falta, muchacho: coraje para asumir la responsabilidad histórica con tu pueblo y la humanidad.

No puedes vivir en el laberinto del miedo y la dominación de quienes gobiernan los EE.UU., desconociendo los tratados internacionales, los pactos y protocolos, de gobiernos que firman pero no ratifican nada y no cumplen ninguno de los acuerdos, pero hablan en nombre de la libertad y el derecho.

¿Cómo puedes hablar de la paz si no quieres cumplir con nada, salvo los intereses de tu país?

¿Cómo puedes hablar de la libertad cuando tienes en las cárceles a prisioneros inocentes, en Guantánamo, en los EE.UU., en las cárceles de Irak, como la de Abu Graib , y en Afganistán?

¿Cómo puedes hablar de los derechos humanos y la dignidad de los pueblos cuando los violas permanentemente y bloqueas a quienes no comparten tu ideología y deben soportar tus abusos?

¿Cómo puedes enviar fuerzas militares a Haití después del devastador terremoto y no ayuda humanitaria a ese sufrido pueblo?

¿Cómo puedes hablar de libertad cuando masacras a los pueblos del Medio Oriente y propagas guerras y torturas, en conflictos interminables que desangran a los palestinos e israelíes?

Barack: mira para arriba de tu laberinto, puedes encontrar la estrella que te guíe, aunque sepas que nunca podrás alcanzarla, como bien lo dice Eduardo Galeano.

Busca ser coherente entre lo que dices y haces, es la única forma de no perder el rumbo. Es un desafío de la vida.

El Nobel de la Paz es un instrumento al servicio de los pueblos, nunca para la vanidad personal.

Te deseo mucha fuerza y esperanza, y esperamos que tengas el coraje de corregir el camino y encontrar la sabiduría de la paz.

Por Adolfo Pérez Esquivel (Premio Novel de la Paz, 1980)

"AUGE Y CAÍDA DEL LIBERALISMO": ALPHER ROJAS, EN EL TIEMPO DE BOGOTÁ

http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/otroscolumnistas/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-9581184.html

Auge y caída del liberalismo

    Al cumplirse 20 años de vigencia de la Constitución Política de Colombia, calificados analistas tanto en la discusión académica como desde los estudios empíricos de casos han coincidido en atribuirle al modelo neoliberal -importado por César Gaviria- no solo la crisis sistémica del país y el conflicto social, sino la derechización de la cultura política y el consiguiente marchitamiento de la democracia, que estimuló la emergencia de la derecha primitiva con Álvaro Uribe Vélez, junto con la creencia de que la única forma de gestionar los asuntos públicos es mediante hombres de negocios con métodos de la empresa privada.

    La Asamblea Nacional Constituyente de 1991 (ANC) fue un proceso en el que Gaviria forzó a los socialdemócratas a incluir el Consenso de Washington (la política económica de Ronald Reagan y Margaret Thatcher) a cambio de la adopción de un paisaje institucional en el que cupiera simbólicamente un menú  de garantías sociales que no financió, razón por la cual los sujetos de esos derechos han tenido que recurrir a las vías judiciales -la tutela- para hacerlos efectivos. Finalmente, esa reforma fue el resultado de una negociación entre defensores de la primacía de la política (Partido Liberal, AD-M19, indígenas y negritudes) y la derecha  (Partido Conservador y sectores religiosos), cuyos proyectos contaban con la inspiración ideológica del gobierno. 

    La motivación que inspiró la participación de la sociedad colombiana en la convocatoria de la ANC -cuyo resultado nunca fue contabilizado, de acuerdo con la investigación del constitucionalista Óscar Alarcón- era la idea de que en ese escenario se llegaría a un pacto de paz que pondría fin al conflicto armado. Pero, el mismo día de elecciones, para que no quedara duda de sus lógicas de dominación, Gaviria lanzó un ataque militar contra Casa Verde, nicho tradicional del secretariado de las Farc, circunstancia que enviaba un mensaje negativo frente a la esperanza nacional de una salida negociada, y para la juventud, trabajadores y campesinos contestatarios en el sentido de que, en adelante, la represión sería el tono de la política social, al tiempo que desplegaba señales de atracción a las transnacionales y de favorecimiento a las élites corporativas, que así tuvieron la libertad de imponer su agenda desde el sistema financiero para ampliar mucho más la brecha social. 

    Una muestra del desastre promovido por el gobierno "del revolcón"  es el colapsado sistema de salud con la Ley 100 y las correspondientes a los sectores laboral y de educación, bienes públicos convertidos en mercancías, cuya "mano invisible"  no solo produjo -en 20 años- más muertes, marginalidad y miseria que el conflicto interno armado en 60 años, sino que generó la anarquía del sistema político. Es bueno recordar este pasaje ahora que la Corte Penal Internacional ha anunciado su interés en ocuparse de los delitos económicos como reatos de lesa humanidad, en los que están incursos los mandatarios de la época neoliberal del hemisferio. 

    Así, el liberalismo, que desde la república liberal y el gobierno de López Pumarejo construyera su histórica legitimidad política como defensor de las libertades civiles y los  derechos humanos y sociales, confundió  su destino y adoptó las teorías neoclásicas del libre mercado y, a partir de allí, la decadencia del partido fue evidente. Las clases medias y populares, tanto como los intelectuales progresistas, los trabajadores y la juventud, decidieron no participar más en sus procesos, puesto que su proyecto devino dinástico y pobremente desarrollado en términos de cultura política. 

    Ante tal desastre, los intelectuales de la izquierda democrática decidimos reanimar al partido, buscar el retorno de la política y devolverles a las bases sociales las  emociones perdidas; con el respaldo de Alfonso López Michelsen, Horacio Serpa Uribe, Hernando Agudelo Villa y Eduardo Sarmiento Palacio, convocamos la Asamblea Constituyente Liberal del 2000, que determinó  el giro hacia el socialismo. Publicamos la revista 'Nueva Página' y creamos en el IPL la cátedra Darío Echandía, dictada por docentes e investigadores de la Universidad Nacional de Colombia, con seminarios de historia de las ideas políticas y de política comparada, con una masiva participación de jóvenes y profesionales. Fue tan exitoso ese trabajo, que el periodista e historiador Leopoldo Villar Borda comentó: "Hay más instituto que Partido". Nos alentaban dos eventos importantes: los ecos del movimiento Poder Popular que, pese a su fuerte poder burocrático, no alcanzó a sobrevivir, y el Foro Ideológico del año 2000, cuya entusiasta concurrencia marcó el norte de un partido en plena modernización. Buscábamos superar la política caudillista de incentivos individuales para atraer las tendencias progresistas y los movimientos sociales. Sin embargo, Gaviria, tras un clandestino pacto de cúpulas, que puso el partido en sus manos (www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1693778), regresó e impuso el "pensamiento único". Contra ese asalto, la sufrida senadora Piedad Córdoba y quienes la acompañábamos creamos el movimiento Poder Ciudadano, que finalmente no logró concretar su proyecto opositor, pero abrió el camino de las alianzas progresistas que en adelante les daría dura batalla al neoliberalismo y al clientelismo y contribuiría a elegir al alcalde Lucho Garzón en Bogotá.

    El modelo de capitalismo salvaje, veinte años después, mostraría el descrédito de sus diseñadores internacionales, no así el de sus auspiciadores locales, que hoy -contra toda lógica política- orientan al país. Una mirada  al bloque en el poder advierte que en él están los mismos que prohijaron la apertura económica. Es un mismo grupo social el que está  en la presidencia de la república, en la alcaldía de Bogotá, en la dirección del liberalismo, del Polo, de Cambio Radical y de 'la U', cargos en donde están reproduciendo las políticas de los años 90. 

    La reinvención del liberalismo  será posible solo si rechaza tajantemente el neoliberalismo y se decide por el socialismo para construir un proyecto de democracia en profundidad, que sustituya el orden injusto que hoy nos rige presentando soluciones innovadoras para los problemas urbanos y la desigualdad. 

Nosotros, en La Izquierda, con Oskar Lafontaine, entendemos por democracia un orden social en el que priman los intereses de la mayoría; definimos la democracia a partir de sus resultados, no de su forma.

* Analista político e Investigador social

"SOSTENIBILIDAD: ¿ADJETIVO O SUSTANTIVO?": LEONARDO BOFF EN EL PAÍS, COSTA RICA

http://www.elpais.cr/articulos.php?id=47367

Sostenibilidad: ¿adjetivo o sustantivo?

Leonardo Boff (*)

Fuente: elpais.cr  | 11/06/2011
Hoy en día es de buen tono hablar de sostenibilidad. Sirve como etiqueta de garantía de que la empresa, al producir, está respetando el medio ambiente. Detrás de esta palabra se esconden algunas verdades, pero también muchos engaños. Por lo general es usada como adjetivo y no como sustantivo.

Me explico: como adjetivo se añade a cualquier cosa sin cambiar la naturaleza de la cosa; por ejemplo, puedo disminuir la polución química de una fábrica colocando filtros mejores en sus chimeneas que vomitan gases, pero la manera de relacionarse la empresa con la naturaleza de dónde saca los materiales para la producción, no cambia; continúa devastando. Su preocupación no es el medio ambiente sino el lucro y la competencia que tiene estar garantizada. Por lo tanto, la sostenibilidad es solamente de acomodación y no de cambio; es adjetiva, no sustantiva.

La sostenibilidad como sustantivo exige un cambio de relación con la naturaleza, la vida y la Tierra. El primer cambio comienza con otra visión de la realidad. La Tierra está viva y nosotros somos su porción consciente e inteligente. No estamos fuera y encima de ella como quien domina, sino dentro como quien cuida, aprovechando sus bienes, pero respetando sus límites. Hay interacción entre el ser humano y la naturaleza. Si contamino el aire, acabo enfermando y refuerzo el efecto invernadero, de donde se deriva el calentamiento global. Si recupero el bosque ciliar del río, preservo las aguas, aumento su volumen y mejoro mi calidad de vida, la de los pájaros y la de los insectos que polinizan los árboles frutales y las flores del jardín.

La sostenibilidad como sustantivo sucede cuando nos hacemos responsables de proteger la vitalidad y la integridad de los ecosistemas. Debido a la abusiva explotación de sus bienes y servicios, estamos llegando a los límites de la Tierra. Ella no consigue reponer un 30% de lo que le ha sido extraído y robado. La Tierra se está quedando cada vez más pobre, de selvas, de aguas, de suelos fértiles, de aire limpio y de biodiversidad. Y lo que es más grave, más empobrecida de gente con solidaridad, con compasión, con respeto, con cuidado y con amor hacia los diferentes. ¿Cuando va a parar esto?

La sostenibilidad como sustantivo se alcanzará el día en que cambiemos nuestra manera de habitar la Tierra, nuestra Gran Madre, de producir, de distribuir, de consumir y de tratar los residuos. Nuestro sistema de vida se está muriendo, sin capacidad de resolver los problemas que ha creado. Peor, él nos está matando, y amenazando todo el sistema de vida.

Tenemos que reinventar un nuevo modo de estar en el mundo con los otros, con la naturaleza, con la Tierra y con la Última Realidad. Aprender a ser más con menos y a satisfacer nuestras necesidades con sentido de solidaridad con los millones de personas que pasan hambre y con el futuro de nuestros hijos y nietos. O cambiamos o vamos al encuentro de previsibles tragedias ecológicas y de seres humanos.

Cuando los que controlan las finanzas y los destinos de los pueblos se reúnen, nunca es para discutir el futuro de la vida humana y la conservación de la Tierra. Ellos se juntan para tratar de dinero, de cómo salvar el sistema financiero y especulativo, cómo garantizar las tasas de interés y los beneficios de los bancos. Si hablan de calentamiento global y de cambios climáticos es casi siempre con esta óptica: ¿cuánto puedo perder con estos fenómenos? O si no, ¿cómo puedo ganar comprando o vendiendo bonus de carbono (compro de otros países permiso para seguir contaminando)? La sostenibilidad de la que hablan no es ni adjetiva, ni sustantiva. Es pura retórica. Olvidan que la Tierra puede vivir sin nosotros, como vivió miles de millones de años. Nosotros no podemos vivir sin ella.

No seamos ilusos: las empresas, en su gran mayoría, sólo asumen la responsabilidad socioambiental en la medida en que no se perjudiquen sus ganancias y su competición no sea amenazada. Por lo tanto, nada de cambio de rumbo, de relación diferente con la naturaleza, nada de valores éticos y espirituales. Como ha dicho muy bien el ecólogo social uruguayo E. Gudynas: «la tarea no es pensar en desarrollo alternativo sino en alternativas de desarrollo».

Hemos llegado a un punto en el que no tenemos otra salida sino hacer una revolución paradigmática; si no, seremos víctimas de la lógica férrea del Capital que puede llevarnos a un fenomenal impasse de nuestra civilización.

(*) Teólogo