martes, 27 de marzo de 2012

"MAXIMIACIÓN VERSUS OPTIMIZACIÓN": LEONARDO BOFF EN EL PAÍS, DE COSTA RICA

http://www.elpais.cr/frontend/noticia_detalle/3/64435

Maximización versus optimización

Fuente: Leonardo Boff  |  2012-03-24
Maximización versus optimización

Hay una ética subyacente tras la cultura productivista y consumista, hoy ampliamente en crisis por causa de la huella ecológica del planeta Tierra, cuyos límites hemos sobrepasado en un 30%. La superabundancia de bienes y servicios como hasta hace poco tenía la Tierra necesita de un año y medio para reponer lo que le extraemos durante un año. Y no parece que la furia consumista esté disminuyendo. Al contrario, el sistema vigente, para salvarse, incentiva más y más el consumo que, a su vez, requiere más y más producción que acaba estresando todavía más todos los ecosistemas y al planeta como un todo.

La ética que preside este modo de vivir es la de la maximización de todo lo que hacemos: maximizar la construcción de fábricas, de carreteras, de coches, de combustibles, de ordenadores, de teléfonos móviles; maximizar programas de entretenimiento, novelas, cursos, reciclajes, producción intelectual y científica. La producción no puede parar, de lo contrario ocurriría un colapso en el consumo y en el empleo. En el fondo es siempre más de lo mismo y sin el sentido de los límites soportables por la naturaleza.

Imitando a Nietzsche preguntamos: ¿cuánta maximización aguanta el estómago físico y espiritual humano? Se llega a un punto de saturación cuyo efecto directo es el vacío existencial. Se descubre que la felicidad humana no está en maximizar, ni en engordar la cuenta bancaria, ni en el número de bienes en la cesta de los productos consumibles. El hecho es que el ser humano tiene otras hambres: de comunicación, de solidaridad, de amor, de trascendencia, entre otras. Éstas, por su naturaleza, son insaciables, pues pueden crecer y diversificarse indefinidamente. En ellas se esconde el secreto de la felicidad. Pero en palabras del filósofo Ludwig Wittgenstein citando a San Agustín: «hemos tenido que construir caminos tormentosos por los cuales hemos sido obligados a transitar con multiplicados cansancios y sufrimientos impuestos a los hijos e hijas de Adán y Eva».

Lógicamente necesitamos cierta cantidad de alimentos para mantener la vida. Pero los alimentos excesivos, maximizados, causan obesidad y enfermedades. Los países ricos maximizaron de tal manera la oferta de medios de vida y la infraestructura material que destruyeron sus bosques (Europa sólo conserva el 0.1% de sus bosques originales), destruyeron ecosistemas y gran parte de la biodiversidad además de gestar perversas desigualdades entre ricos y pobres.

Debemos caminar en dirección a una ética diferente, la de la optimización. Ella se funda en una concepción sistémica de la naturaleza y de la vida. Todos los sistemas vivos procuran optimizar las relaciones que sostienen la vida. El sistema busca un equilibrio dinámico, aprovechando todos los ingredientes de la naturaleza, sin producir residuos, optimizando la calidad e incluyendo a todos. En la esfera humana, esta optimización presupone el sentido de autolimitación y la búsqueda de la justa medida. La base material sobria y decente posibilita el desarrollo de algunos materiales que son los bienes del espíritu, como la solidaridad hacia los más vulnerables, la compasión, el amor que deshace los mecanismos de agresividad, supera los preceptos y no permite que las diferencias sean tratadas como desigualdades.

Tal vez la crisis actual del capital material, siempre limitado, nos enseñe a vivir a partir del capital humano y espiritual, siempre ilimitado y abierto nuevas expresiones. Él nos posibilita tener experiencias espirituales de celebración del misterio de la existencia y de gratitud por nuestro lugar en el conjunto de los seres. Con esto maximizamos nuestras potencialidades latentes, aquellas que guardan el secreto de la plenitud, tan ansiada.

(*) Teólogo

lunes, 26 de marzo de 2012

"Los chicos que no podían escribir ni un párrafo": Daniel Samper Pizano en El Tiempo

http://m.eltiempo.com/opinion/columnistas/danielsamperpizano/los-chicos-que-no-podan-escribir-ni-un-prrafo/10909083

Los chicos que no podían escribir ni un párrafo

Daniel Samper Pizano

Si los alumnos de Comunicación no logran comunicarse, ¿qué cabe esperar de los demás? Poco.

Siguiendo sabios consejos de suegros gruñones, me propuse ser hostil con los pretendientes de mis hijas y generoso y afable cuando se convertían en sus maridos. Una de las pruebas a las que me encantaba someter a los pretendientes era la de lecturas: llegaban en plan de visita de novios y entonces el papá de la niña se sentaba cejijunto en la sala a charlar con ellos sobre libros.
En cierta ocasión pregunté al aspirante a la mano de M*** por su autor favorito y, en vez de salir por peteneras con uno de lectura escolar obligada, me respondió que era Peppo. Maravilloso: al fin llegaba un tipo culto, un apasionado por la rica literatura italiana... Entusiasmado, le averigüé por ese escritor que yo desconocía y me dijo -radiante él al verme radiante a mí- que se trataba del autor del cómic Condorito. Poco tardó en abandonar toda pretensión sobre mi hija y huir para siempre. (Epílogo: las dos se casaron con individuos que no solo son excelentes lectores, sino hasta buenas personas.)
Pensé en este episodio al leer el viernes en El TIEMPO una columna del profesor Camilo Jiménez, que renunció a su cátedra de Comunicación Social en la Universidad Javeriana atribulado por la incapacidad de sus alumnos para redactar en forma correcta y coherente un párrafo de 100 palabras, la sexta parte de las que contiene Cambalache. Jiménez asignó la tarea de sintetizar un libro a 30 alumnos de semestres avanzados. "Era solo componer un resumen de un párrafo sin errores vistosos", explica. Plazo: cuatro meses. Los estudiantes, de clases medias o altas, habían cursado 13 años en colegios particulares. El resultado fue un desastre. Ninguno pudo presentar un texto aceptable, compacto y claro, sin faltas de ortografía ni de gramática. "Tres se acercaron y dos más hicieron su mejor esfuerzo", dice. Pero fracasaron. Decepcionado, Jiménez presentó renuncia.
En su testamento como pedagogo revela que hace nueve años, cuando empezó la cátedra, los estudiantes tenían tropiezos para escribir una síntesis bien hecha, "pero se lograba avanzar". Desde hace dos o tres, agrega, la situación es imposible. No solo son incapaces de armar un párrafo según lo pide el profesor, sino que, en general, parecen apáticos, desconocen la ironía y muestran escasa curiosidad.
Si los alumnos de últimos semestres de Comunicación no logran comunicarse, ¿qué cabe esperar de los demás? Poco. Lo sé porque recibo a diario decenas de correos y me sorprende descubrir alguno bien escrito. No quiero mencionar los foros virtuales de prensa, cloacas donde la sindéresis es la víctimas más leve, dadas las atrocidades que se expelen y que medios respetables anidan sin mosquearse.
Las pruebas Pisa han mostrado el atraso de nuestra educación. En algún momento supusimos que las formidables tecnologías electrónicas -Internet, redes sociales, información al alcance de una tecla- iban a impulsar de manera automática la formación de los jóvenes. Está sucediendo algo distinto. Con egregias excepciones, el lenguaje precario y truncado de los SMS sacrifica su capacidad de expresarse: la velocidad del pulgar supera la del pensamiento. Desconocen el silencio. Les cuesta concentrarse. Si no fuera por los indignados, se diría que buena parte de los futuros ciudadanos habitan un limbo informático, donde reflexionan menos, se expresan como en las cavernas y renuncian al espíritu crítico. El profesor Jiménez ha pisado un callo doloroso.
ESQUIRLAS. Cientos de miles de colombianos se unieron para exigir la liberación de los compatriotas secuestrados por la guerrilla y decir sí a la paz, no a las Farc y no al secuestro. También hubo manifestaciones en varias ciudades del mundo. Numerosas personas nos dimos cita en la plaza de la Ópera de Madrid para apoyar la causa común contra el secuestro y las atrocidades de las Farc. En la tribuna, un protagonista de excepción: el general Luis H. Mendieta, que estuvo doce años encadenado en la manigua. ¿Entenderán este claro mensaje los nuevos jefes del grupo?
cambalache@mail.ddnet.es

miércoles, 21 de marzo de 2012

"OTRAS MIRADAS": PEDRO JUAN GONZÁLEZ CARVAJAL, EN EL MUNDO

http://www.elmundo.com/portal/opinion/columnistas/otras_miradas.php

Otras miradas
Autor: Pedro Juan González Carvajal
20 de Marzo de 2012



Tengo en mis manos uno de los últimos libros de Eduardo Galeano, titulado “Espejos: Una historia casi universal”, algunos de cuyos apartes quiero compartir con usted amable lector:

Tengo en mis manos uno de los últimos libros de Eduardo Galeano, titulado “Espejos: Una historia casi universal”, algunos de cuyos apartes quiero compartir con usted amable lector:

Tu futuro te condena: “Siglos antes de que naciera la cocaína, ya la coca fue hoja del diablo. Como los indios andinos la mascaban en sus ceremonias paganas, la Iglesia incluyó la coca entre las idolatrías a extirpar. Pero las plantaciones, lejos de desaparecer, se multiplicaron por cincuenta desde que se descubrió que la coca era imprescindible. Ella enmascaraba la extenuación y el hambre de la multitud de indios que arrancaban plata a las tripas del Cerro Rico de Potosí.

Algún tiempo después, también los señores de la colonia se acostumbraron a la coca. Convertida en té, curaba indigestiones y resfríos, aliviaba dolores, daba bríos y evitaba el mal de altura.

Hoy en día, la coca sigue siendo sagrada para los Indios de los Andes y buen remedio para cualquiera. Pero los aviones exterminan los plantíos para que la coca no se convierta en cocaína. Sin embargo, los automóviles matan mucha más gente que la cocaína y a nadie se le ocurre prohibir la rueda”.

El perdedor: “Predicó en el desierto y murió solo. Simón Rodríguez, que había sido maestro de Bolívar, anduvo medio siglo por los caminos de América, a lomo de mula, fundando escuelas y diciendo lo que nadie quería escuchar. Un incendio se llevó casi todos sus papeles. Estas son algunas de las palabras que sobrevivieron:

Sobre la independencia: “Somos independientes, pero no libres. Hágase algo por unos pobres pueblos que han venido a ser menos libres que antes. Antes tenían un rey pastor, que no se los comía sino después de muertos. Ahora se los come vivos el primero que llega.”

Sobre el colonialismo mental: “La sabiduría de Europa y la prosperidad de los Estados Unidos son, en América, dos enemigos de la libertad de pensar. Nada quieren las nuevas repúblicas admitir, que no traiga el pase… ¡Imiten la originalidad, ya que tratan de imitar todo!”

Sobre el colonialismo comercial: “Unos toman por prosperidad el ver sus puertos llenos de barcos…ajenos, y sus casas convertidas en almacenes de efectos…ajenos. Cada día llega una remesa de ropa hecha, y hasta de gorras para los indios. En breve se verán paquetitos dorados, con las armas  de la corona, conteniendo greda preparada –por un nuevo proceder-, para los muchachos acostumbrados a comer tierra.”

Sobre la educación popular: “Mandar recitar de memoria lo que no se entiende, es hacer papagayos. Enseñen a los niños a ser preguntones, para que se acostumbren a obedecer a la razón: no a la autoridad como los limitados, ni a la costumbre como los estúpidos. Al que no sabe, cualquiera lo engaña. Al que no tiene, cualquiera lo compra.”

América según Humboldt: “Mientras el siglo diecinueve daba sus primeros pasos, Alexander Von Humboldt entró en América y descubrió sus adentros. Años después escribió:

Sobre las clases sociales: “México es el país de la desigualdad. Salta a la vista la desigualdad monstruosa de los derechos y las fortunas. La piel más o menos blanca decide la clase que ocupa el hombre en la sociedad.”

Sobre los esclavos: En ningún lugar uno se avergüenza tanto de ser europeo como en las Antillas, sean francesas, inglesas, danesas o españolas. Discutir sobre qué nación trata mejor a los negros es como elegir entre ser acuchillado o desollado.”

Sobre los indios: “Entre todas las religiones, ninguna enmascara tanto la infelicidad humana como la religión cristiana. Quien visite a los desafortunados americanos sujetos al látigo de los frailes, no querrá volver a saber nada más de  los europeos y su teocracia.”

Sobre la expansión de los Estados Unidos: Las conquistas de los norteamericanos me disgustan mucho. Les deseo lo peor en el México tropical. Y lo mejor sería que se quedaran en casa, en lugar de difundir su loca esclavitud”.

A pesar de todo esto, después de los siglos, parece que nada hemos aprendido.

lunes, 19 de marzo de 2012

La independencia interna de un juez: Por E. Raúl Zaffaroni, en Página 12

http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-187429-2012-02-12.html


EL PAIS › OPINION

La independencia interna de un juez

 Por E. Raúl Zaffaroni *
Los jueces deben ser independientes, o sea, estar protegidos de los factores de poder, sean de la naturaleza que fuesen. Esa independencia externa les posibilita el ejercicio de su función, decidiendo conforme a su comprensión del derecho que, como es sabido, no es única ni unívoca. Si bien hay cuestiones de única solución, éstas no son las más delicadas, en las que pesa la cosmovisión que tenga cada intérprete del derecho. Se sabe que en el campo de la discusión jurídica, no es lo mismo un juez conservador que uno liberal.

Pero esta independencia externa no basta para garantizar la función judicial, pues el juez no puede decidir conforme a su entendimiento del derecho si no goza de independencia interna dentro del propio Poder Judicial.
Una judicatura bien organizada, en el marco de un Estado de derecho, sólo logra la imparcialidad cuando se garantiza el pluralismo ideológico, o sea, cuando sus integrantes tienen diferentes concepciones y consiguientes interpretaciones del derecho. No hay otra imparcialidad posible, porque como bien decía Carnelutti, los humanos no podemos ser imparciales porque todos somos parte. El juez es un ser humano, con su sistema de ideas y preferencias, su propia concepción del mundo y su consiguiente interpretación del derecho.

Una judicatura democrática debe garantizar el pluralismo en el entendimiento del derecho y, por tanto, el debate interno. Lo contrario es suponer que hay Übermenschen, superhumanos, que están más allá de los valores, y por suerte éstos no existen, o los pocos que existen están bajo tratamiento psiquiátrico.

Para garantizar el pluralismo como condición de imparcialidad democrática, el juez debe gozar de independencia interna, es decir, de garantías ante los propios cuerpos colegiados de la judicatura.

Un Poder Judicial no es una corporación vertical ni mucho menos. Es sabia la disposición de la Constitución italiana, que dispone que no hay jerarquías entre los jueces, sino únicamente diferencia de competencias. Tan juez lo es el del tribunal de última instancia como el de primera. La pluralidad de instancias sirve para hacer prevalecer la decisión de los jueces del cuerpo plural, pero éstos no pueden impartirles órdenes a los de primera instancia en cuanto al modo de decidir en derecho, pues son tan jueces como ellos. Si sus decisiones no coinciden con las de los jueces de instancias menores, lo que deben hacer es revocar lo decidido.

El modelo de Poder Judicial corporativo, donde no hay independencia interna, hace que los cuerpos colegiados supremos consideren a los otros jueces como sus subordinados o amanuenses, que deben repetir sólo lo que éstos deciden.

El origen del modelo judicial corporativo es napoleónico y cundió por toda Europa en el siglo XIX, hasta su desprestigio político en el siglo XX, porque los jueces alemanes no se inmutaron cuando se separó a los jueces judíos, los franceses en masa juraron fidelidad al gobierno de Vichy, los italianos siguieron funcionando sin problema bajo el fascismo y los españoles y portugueses bajo el franquismo y el salazarismo.

Más allá de todas las consideraciones que merezca el caso Garzón en cuanto a intencionalidad ideológica y cualquiera que sea la simpatía o antipatía que despierte su conducta, lo cierto es que la condena del Supremo español representa un peligro para todos los jueces del mundo, por el ejemplo de autoritarismo y verticalismo interno que pone de manifiesto.

La intolerancia de un cuerpo supremo a los criterios dispares de los jueces de primera instancia revela una decisión que pone fin a la independencia interna de los jueces y consagra una dictadura de los órganos supremos.
El caso Garzón no es un juicio a un juez, sino una agresión incalificable a la independencia interna de los jueces y una regresión al modelo napoleónico de verticalismo interno corporativista, incompatible con una magistratura democrática.

Cualquier juez del mundo, ante semejante ejemplo, puede pensar qué le puede suceder a él, mucho menos conocido públicamente. Es un peligroso mensaje a los jóvenes, de carácter disciplinarista, autoritario, vertical, que busca asegurar un pensamiento único dentro de una judicatura.

No olvidemos que el juez de primera instancia tiene mucho poder inmediato, pero decide en soledad, lo que lo hace más vulnerable al temor que le puede infundir un cuerpo supremo que pierde su camino y olvida que su función es precisamente la de garantizar la independencia interna, sin perjuicio de la responsabilidad que le incumbe de corregir lo que no comparte en una instancia definitiva.

El daño que esto provoca a la independencia judicial es enorme. El ejemplo puede cundir. La sensación de poder que deriva de un sitial en el cuerpo supremo de cualquier país puede sentirse estimulada con semejante decisión aberrante. En particular puede suceder en Europa, donde se avecinan conflictos serios y difíciles. Otros cuerpos supremos pueden verse tentados de desviar su competencia y confundir ésta con una jerarquización corporativa. La publicidad mundial del caso puede facilitar la confusión de competencia con superioridad jerárquica.

La importancia de la independencia interna es fundamental. La violación de la independencia externa es escandalosa pero esporádica, en tanto que el desconocimiento de la independencia interna se sufre cotidianamente y en cualquier caso, abre las puertas a todos los vicios burocráticos, las insidias y las habladurías, la hipocresía y el servilismo al pretendido superior, los jueces pierden ciudadanía para pasar a la condición de súbditos sumisos del cuerpo máximo.

Ante este avance contra la independencia interna de los jueces, sea cual fuere el juicio personal acerca del juez Garzón, de sus ideas y de su conducta, los jueces del mundo no pueden quedar callados, pues el silencio implica serruchar la rama en que todos están sentados.

* Ministro de la Corte Suprema de la Nación.

Todo comenzó en Grecia. ¿Acabará todo en Grecia?: Leonardo Boff en Cubadebate

Todo comenzó en Grecia. ¿Acabará todo en Grecia?

22 Enero 2012 1 Comentario
GreciaPor: Leonardo Boff

Nuestra civilización occidental, hoy mundializada, tiene su origen histórico en la Grecia del siglo VI antes de nuestra era. El mundo del mito y de la religión, que era el eje organizador de la sociedad, se desmoronó. Para poner orden en aquel momento crítico se llevó a cabo, en un lapso de poco más de 50 años, una de las mayores creaciones intelectuales de la humanidad.

Surgió la era de la razón crítica, que se expresó por la filosofía, por la democracia, por el teatro, por la poesía y por la estética. Figuras paradigmáticas fueron Sócrates, Platón, Aristóteles y los sofistas, que gestaron la arquitectura del saber, subyacente a nuestro paradigma de civilización; fue Pericles, como gobernante al frente de la democracia; fue Fidias, el de la estética elegante; fueron los grandes autores de las tragedias como Sófocles, Eurípides y Esquilo; fueron los juegos olímpicos y otras manifestaciones culturales que aquí no cabe referir.

El nuevo paradigma se caracteriza por el predominio de la razón que deja atrás la percepción del Todo, el sentido de la unidad de la realidad que caracterizaba a los pensadores llamados presocráticos, los portadores del pensamiento originario. En este momento se introducen los famosos dualismos: mundo-Dios, hombre-naturaleza, razón-sensibilidad, teoría-practica. La razón creó la metafísica, que en la comprensión de Heidegger have objeto de todo y se instaura como instancia de poder sobre ese objeto. El ser humano deja de sentirse parte de la naturaleza para situarse frente a ella y someterla al proyecto de su voluntad.

Este paradigma alcanzó su expresión más acabada mil años después, en el siglo XVI, con los fundadores del paradigma moderno, Descartes, Newton, Bacon y otros. Con ellos se consagró la cosmovisión mecanicista y dualista: la naturaleza por un lado y el ser humano por otro, enfrente y encima de ella como su “maestro y dueño” (Descartes), corona de la creación en función del cual existe todo. Se elaboró el ideal del progreso ilimitado, que supone la dominación de la naturaleza, en el supuesto de que ese progreso podría avanzar infinitamente hacia el futuro. En los últimos decenios la codicia de acumular ha transformado todo en mercancía a ser negociada y consumida. Hemos olvidado que los bienes y servicios de la naturaleza son para todos y no pueden ser apropiación de algunos solamente.

Después de cuatro siglos de vigencia de esta metafísica, es decir, de este modo de ser y de ver, verificamos que la naturaleza ha tenido que pagar un alto precio para costear este modelo de crecimiento/desarrollo. Ahora estamos tocando los límites de sus posibilidades. La civilización científico-técnica ha llegado a un punto en el que ella misma puede causar su propio fin, degradar profundamente la naturaleza, eliminar gran parte del sistema-vida y, eventualmente, erradicar la especie humana. Sería la realización de un armagedón ecológico-social.

Todo empezó en Grecia hace milenios. Y ahora todo parece terminar en Grecia, una de las primeras víctimas del horror económico, cuyos banqueros, para salvar sus ganancias, han empujado a toda una sociedad a la desesperación. Ésta ha llegado a Irlanda, a Portugal, a Italia, pudiendo extenderse a España y a Francia, y quizás a todo el sistema mundial.

Estamos asistiendo a la agonía de un paradigma milenario que aparentemente está terminando su trayectoria histórica. Puede demorarlo todavía decenas de años, como un moribundo que resiste, pero el fin es previsible. Con sus recursos internos no tiene condiciones de reproducirse.

Tenemos que encontrar otro tipo de relación con la naturaleza, otra forma de producir y de consumir, desarrollando un sentido general de dependencia ante la comunidad de vida y de responsabilidad colectiva por nuestro futuro común. De no iniciar esta conversión, dictaremos para nosotros mismos la sentencia de desaparición. O nos transformamos o desapareceremos.

Hago mías las palabras de Celso Furtado, economista-pensador: «La gente de mi generación ha demostrado que está al alcance del ingenio humano conducir a la humanidad al suicidio. Espero que la nueva generación compruebe que también está al alcance del ser humano abrir camino de acceso a un mundo en el que prevalezcan la compasión, la felicidad, la belleza y la solidaridad». Siempre y cuando cambiemos de paradigma.

miércoles, 14 de marzo de 2012

"La regresiva tendencia de la escuela-marketing": Aurelio Suárez Montoya

"La regresiva tendencia de la escuela-marketing"

http://www.elnuevodia.com.co/nuevodia/opinion/columnistas/134723-la-regresiva-tendencia-de-la-escuela-marketing-dos-victimas

Aurelio Suárez Montoya

Se llama “revolución educativa” a la orientación de currículos escolares hacia el mercado, al papel asignado a Colombia en la división global del trabajo, como productor de recursos naturales, industrias livianas, agronegocios tropicales y servicios técnicos, a refrendar la vocación de mano de obra barata.
La propuesta del Ministerio de Educación en cuanto a “calidad” se funda ahí. Liga la educación casi al sólo “desarrollo económico”; la centra en “competencias laborales”; en estándares de “competitividad” y en evaluación con pruebas funcionales a dicho propósito (Saber y Ecaes). El resultado es un ranking de colegios  y universidades para revistas de negocios, el podio de escuelas-marketing. El modelo está en boga y los padres de familia se desvelan por “dejarles a sus hijos una educación contra el desempleo”.

Voces autorizadas se pronuncian contra esta educación “pertinente” para semicolonias. “Debe asegurarse la formación humana y no técnica del joven, aunque ello se logre a través del aprendizaje técnico”; “abandonar el estímulo a la competencia entre alumnos porque fortalece la negación de sí mismo y el desprecio por los demás”; “la cualificación se ve sometida al mercado”; “el maestro termina como instructor para pruebas estandarizadas”; “no tiene nada de revolución. Es un plan de cobertura sin inversión adicional” (Maturana, H; Vasco, C.E; Mejía, M.R, entre otros).


La escuela-marketing deja víctimas. Dos colegios emblemáticos, ejemplos de otro tipo de educación peligran por el turbión. El Mayor de San Bartolomé, institución de calidad con subsidio oficial, fundada en 1604 y manejada por los jesuitas, está cercado por el cambio arbitrario del contrato por parte del Ministerio de Educación. Argumentando “la gratuidad”, redujo recursos y dejó descubiertos costos para asignaturas fundamentales, impidiendo la “formación integral” aplicada por esta comunidad. Consiste en  desarrollar armónicamente al ser humano en los campos ético, espiritual, cognitivo, afectivo, comunicativo, estético, corporal y socio-político, para “su realización plena en la sociedad”, algo que trasciende las meras competencias laborales del Ministerio.             


Otro es el Gimnasio Moderno. Algunos miembros directivos, que piensan apenas en preparar ejecutivos globalizados y en onda con la escuela-marketing, no resistieron el puesto 276 en el ranking Saber 11 del Icfes y que el “bilingüismo” se tratara según la máxima del fundador, Agustín Nieto, “modernizar sin extranjerizar”. Cobraron la cabeza del apreciado rector, Juan Carlos Bayona, intérprete del legado de Don Agustín, de “desarrollar plenamente al individuo, no como una unidad aislada que ha de brillar por su superioridad, sino como miembro de una comunidad a la que ha de enaltecer”.


En ambos casos reaccionó la comunidad educativa, en justa resistencia a la escuela-marketing, aquella que inspira terribles sentencias como la de un ex rector universitario: “Quizás estamos enseñando demasiado”.  

jueves, 1 de marzo de 2012

"SÓCRATES Y EL BUEN CIUDADANO": CARLOS GAVIRIA EN EL ESPECTADOR

http://www.elespectador.com/impreso/opinion/columna-328652-socrates-y-el-buen-ciudadano




Opinión |24 Feb 2012 - 11:00 pm

Carlos Gaviria Díaz

Sócrates y el buen ciudadano

Por: Carlos Gaviria Díaz

En el diálogo Eutifrón, o de la piedad, Sócrates dialoga con un sacerdote (Eutifrón), que ha declarado ser el más piadoso de los atenienses y, desde luego, saber en qué consiste la piedad. Sócrates le formula una pregunta que va a suscitar, siglos después, la inacabada controversia escolástica: “¿Las cosas son buenas porque los dioses las quieren, o los dioses las quieren porque son buenas?”.


Eutifrón está confundido, pero Sócrates pone término al diálogo con estas palabras: “Debo ir a cumplir un compromiso con la justicia de la ciudad”. Va a comparecer ante el Tribunal de los 500.

Sorprendido, Eutifrón le dice: “¿Y estás hablando de sutilezas en lugar de preparar tu defensa?”. Y Sócrates replica: “Para eso me he preparado toda la vida. Por eso no tengo ningún temor”. Aunque sabe, él sí, que es inminente su condena. Y en la Apología hace lo que había anunciado: cuenta su vida, sin una sola mancha.

Los jueces, que saben que condenan al mejor de los atenienses, le ofrecen cambiar la muerte por una multa, pero él les dice: “Soy muy pobre y no tengo con qué pagarla”. Le proponen entonces el destierro, pero él se niega a aceptarlo: “¿Qué diría en la ciudad a donde fuere cuando me preguntaren por qué siendo ateniense no vivo en Atenas? No juzgaría digna esa vida”.

Desconcertados, le ofrecen que permanezca en Atenas, pero que no haga preguntas impertinentes como las que suele hacer. Y Sócrates replica: “Abstenerme de decir o preguntar lo que creo justo sería traicionar mi conciencia”.

En Critón, o Del deber, Sócrates está preso a la espera de beber la cicuta, pero Critón y otros de sus amigos van a la cárcel y le dicen: “Eres libre de salir, hemos sobornado al carcelero”. Él arguye: “Analicemos juntos, como siempre lo hacemos, qué es lo debido”. Las leyes atenienses han permitido que sus padres se unan en matrimonio, que lo engendren y lo eduquen, y él las ha aceptado con entusiasmo. ¿Ahora, cuando le son desfavorables, va a repudiarlas? Eso no es lo que ha enseñado. En la cárcel se ha proclamado el más libre de los atenienses, porque nadie ha podido subyugar su conciencia. En su celda va a permanecer, esperando, gozoso, el momento de beber la cicuta.

En Laques, o De la valentía ha mostrado que esa virtud consiste en el conocimiento de los peligros que deben afrontarse y de los que no deben afrontarse para no incurrir en uno de dos vicios: temeridad o cobardía.

Comparecer ante el Tribunal de los 500 lo pone en riesgo de morir, pero ese riesgo es precisamente de aquellos que deben afrontarse. De no hacerlo incurriría en el vicio vergonzoso de la cobardía. Por eso lo afronta sin una sola duda.

Sócrates era un hombre sabio y valiente que conocía sus deberes con la ciudad (uno de ellos atender el llamado de los jueces) y no rehusaba su cumplimiento mediante artificios retóricos, que por principio repudiaba, aptos apenas para engañar niños. Se había propuesto la armonía de pensamiento, lenguaje y acción que es lo que se llama integridad.

Claro que ese temple moral del maestro por antonomasia, de Atenas y del mundo, no es pensable siquiera en la mayoría de los humanos, casi siempre de débil carácter y mente ofuscada, y menos todavía en algún converso al despotismo.
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