lunes, 20 de agosto de 2012

"Ni leen ni escriben": Editorial del periódico El Tiempo, de Bogotá

http://www.eltiempo.com/opinion/editoriales/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-12135934.html

Editorial: Ni leen ni escriben

La poca lectura, sumada a la escasa producción académica y científica, ofrece un retrato preocupante de la educación superior en Colombia.
Un profesor europeo comparaba la educación superior con el fogón de los buenos restaurantes: para producir ciertos platos hay que contar con un caldo básico o "fondo de cocina" sazonado y equilibrado, pues, aunque nunca aparece como tal, brinda entidad y sabor al resto de las preparaciones. Así también, el caldo esencial del estudiante son unas obras de corte clásico que confieren invisible pero indispensable profundidad a los conocimientos.

Cifras reveladas recientemente sobre las lecturas de universitarios colombianos muestran que la mayoría no solo carecen del caldo básico que dejan los clásicos, sino que su dieta de lectura es dispersa, escasa y poco nutritiva. Una investigación realizada por las universidades Javeriana y del Valle entre 17 universidades y 3.719 alumnos indica que la más socorrida fuente de estudio son los apuntes de clase. Muchos son apenas sucintas notas personales recogidas en sus cuadernos, y otros son fotocopias de alumnos de años anteriores, que se venden en un mercado informal al comenzar el año. En el mejor de los casos, los apuntes tienen el refuerzo de materiales que entregan los profesores, pero abundan los profesionales que, en ciertas materias, aprueban exámenes sin necesidad de empuñar un libro de texto ni, naturalmente, un libro de fondo. En otras palabras, hay solemnes abogados que nunca pusieron la mano en un texto de Platón, e ilustres ingenieros que no leyeron un solo renglón de Principia Mathematica, de Isaac Newton.

Señala el estudio que en el 82 por ciento de los casos el texto más leído eran los dichosos apuntes y en el 80 por ciento, los materiales que reparte el profesor. Las siguientes fuentes de información y formación no son los textos de la materia (72 por ciento), la biblioteca de consulta (60), ni las publicaciones científicas o académicas especializadas (40), sino Internet (78).

La red constituye la mayor revolución en el conocimiento de la humanidad desde la imprenta, pero lo mismo permite aproximarse a fuentes válidas de información que engañarse con fuentes erradas, pues tanto la verdad como las mentiras viajan a velocidad sideral por ella. Además, su misma amplitud impulsa a parcelar y atomizar la información, lo que lleva a obtener solo datos aislados o particulares y hace que los estudiantes pierdan la visión de conjunto. Internet puede ser extraordinario aliado de quien quiere extender sus conocimientos, o triste cómplice de quien se contenta con copiar y pegar.

Lamentablemente, son muchos los que optan por este último recurso. Existe un portal llamado Rincón del Vago donde es posible copiar, sin mayor esfuerzo, miles de tareas escolares. Su éxito es mayúsculo: creado en 1998, al cabo de 10 años era uno de los 30 sitios web en español más visitados, con un promedio mensual de más de 21 millones de consultas. Un juez argentino y un concejal bogotano acabaron proponiendo endebles sentencias y acuerdos apoyados en datos del Rincón del Vago.

Todo ello conspira contra la lectura de los universitarios. Y como quien no lee, tampoco es capaz de escribir, la producción de trabajos académicos valiosos en nuestras universidades resulta paupérrima. En la más reciente tabla de evaluación de institutos iberoamericanos de educación superior (Scimago), es penoso el aporte colombiano en materia de publicaciones: la entidad mejor calificada es la Universidad Nacional, en el puesto 47. Entre las 150 primeras solo aparecen seis de Colombia (la Nacional, la de Antioquia, la de los Andes, la del Valle, la Javeriana y la UIS).

La poca lectura y la escasa contribución académica y científica dejan un retrato preocupante de los universitarios y las universidades colombianas.

editorial@eltiempo.com.co

sábado, 4 de agosto de 2012

"EL VERBO DE LA UNANIMIDAD": Édgar Borges, en Argenpress Cultural

miércoles, 1 de agosto de 2012

El verbo de la unanimidad



http://cultural.argenpress.info/2012/08/el-verbo-de-la-unanimidad.html

Edgar Borges (Desde España. Especial para ARGENPRESS CULTURAL)

“(No me gusta) la unanimidad sacerdotal, clerical, de los comunistas. Siempre he sido de izquierda y no me iba a hacer de derechas porque no me gustaban los clérigos comunistas, entonces me hice trotskista. Lo que pasa que luego, cuando estuve entre los trotskistas, tampoco me gustaba la unanimidad clerical de los trotskistas, y terminé siendo anarquista [...]. Ya en España encontré muchos anarquistas y empecé a dejar de ser anarquista. La unanimidad me jode muchísimo”.

Roberto Bolaño

La forma como el poder impone su versión de la realidad ha ido mutando a través del tiempo. Lo que antes instauraban por la fuerza, hoy, cada vez con más puntería, lo hacen con el verbo. Hacia finales del siglo XX todavía era posible exponer, con cierto margen de espacio, tu perspectiva de la realidad. Hoy, en la segundad mitad de un nuevo siglo saturado de mecanismos de información, el discurso de la unanimidad aplasta la particularidad de cada existencia.

La construcción de un “pensamiento único”, diseñado por clanes, cuyo objetivo es imponer un guión (financiero) a la totalidad del planeta, en el desarrollo de la trama ha ideado un traje a la medida de cada historia. En la actualidad, en medio de circunstancias que parecen sacadas de una mediocre tragedia, ese guión opera como una franquicia accesible a cualquier poder que la quiera usar, en “sana paz”, en “su pedazo de tierra”. Siempre que respete, en la práctica más que en el verbo, a los dueños de la marca. Cada país, a su manera, está siendo víctima del discurso de la unanimidad. Una clase de fundamentalismo que pregona la “defensa” de la opinión de las mayorías se ha convertido en una especie de “tribunal invisible de la verdad”. No son necesarias las prohibiciones directas, las normas que antes te ensañaban tus padres ahora te las inculca el gobierno. A falta de padres distintos, las mismas normas para todos los hijos. No hay matices que valgan, ya el relato contiene el perfil tanto del dios como del diablo que protagonizan la historia. Los cómplices de la caricatura de guerra (hasta las polarizaciones se inventan) se han puesto de acuerdo para anunciar la “buena nueva”: por fin, después de tanta diatriba, se ha conseguido el gusto exacto de las mayorías (A cambio de silenciar la voz única de cada persona). ¿Pensará alguien que existe una forma más perfecta de consolidar la autocensura?

La franquicia del verbo de la unanimidad, como toda franquicia, carece de ideología. Igual la pueden adquirir gobiernos de derecha y de izquierda. Lo que sigue es la alteración de los significados y el saqueo de los contenidos. Se trata de gobernar por encima del ruido que perturba la cotidianidad de las mayorías. Si desde siempre para la filosofía fue más importante las preguntas que las respuestas, ahora, gracias al “traje de la realidad a la medida”, la resignación no necesita ni de preguntas ni de respuestas. Habría que profundizar en las formas cómo cada (verdadera) oposición está cuestionando la realidad de su país, pues el entramado de la franquicia es más complejo de lo que a simple vista parece (y la honestidad muchas veces no sabe para quién trabaja). Desde el verbo esta forma de poder impone todas las reglas de su realidad (Se cambia el sentido de las palabras y se retrae -tanto como se dispersa- la interpretación). Mercado, capitalismo, socialismo, derecha, izquierda, revuelta, reformismo, revolución. Todas las palabras son válidas para ejecutar el mismo sistema. El orden de los factores no altera los resultados. Gana el poder y pierde el pueblo.

La confusión de los contenidos nos está haciendo perder la perspectiva del camino. No hay mirada, no hay oído. Una extraña detonación nos fragmentó el orden de las cosas. No hay rutas distintas a la ruta que nos dibujaron los dueños de la franquicia. No hay espacio para formar parte de un nuevo intento. Nos hemos extraviado entre las cenizas de la noción masa. El director ordena cada (des) movimiento. La suma de todas las voces podría dar como resultado un terrible grito sin sentido (y la consecuente sordera de los participantes). Una suma sólo tendrá coherencia si se respeta el valor de cada una de sus partes. La nueva inquisición cambió la hoguera por el ruido. Podrás criticar al sistema todo lo que quieras pero igual tu voz se perderá en el carnaval de los (des) contenidos. Serás la bruja que arda en el fuego interno de tu cuestionamiento. El problema de la unanimidad es que desde arriba la controla quien en secreto se sabe diferente. En contrapeso, la subjetividad también se libera desde la distinción de las partes. Ser otro (s), recuperar la mirada, el oído, el ritmo, las sensaciones; el espacio-tiempo. Abrir una (y otra) de las muchas puertas que nos sellan. Ser sujeto en movimiento, el salto de los puntos. No aceptar las paredes invisibles de las circunstancias. Ser un punto en rebelión. Ir en busca del verdadero todo (como un factor más de sus múltiples diferencias).