jueves, 22 de diciembre de 2011

Se cumplen 100 años de la primera publicación de Fernando González: Boletín Nº 105

http://www.otraparte.org/corporacion/boletin/20111222-bol-105.html
 
Boletín N° 105 - Diciembre 22 de 2011

Se cumplen 100 años de la primera
publicación de Fernando González

Fernando González
“Jugando ajedrez. Fernando debe estar cansadísimo
de jalarse el labio”. (Nota manuscrita en la fotografía).
* * *
El 22 de diciembre de 1911, con tan sólo 16 años de edad y con el título “Notas I”, Fernando González publicó su primer artículo en “La Organización”, periódico liberal de Medellín. Según Faber Cuervo, cuyo artículo “La prehistoria de Fernando González” reproducimos en este boletín para celebrar el aniversario, “desde esta precoz publicación, González preanuncia, en una suerte de fatalismo intuitivo, su vida de ‘lucha hasta morir en el aislamiento’; su propio y arduo camino de batallas filosóficas incomprendidas; su existencia de lobo estepario; su inclinación al dolor, ya que ‘las inteligencias mediocres se encuentran mejor en el mundo, pues para ellas la vida es más liviana’”. Tres meses antes, el 20 de agosto, había sido expulsado por los jesuitas del colegio San Ignacio porque sus lecturas de autores prohibidos “han apagado en su entendimiento la luz de la fe y han secado en su corazón todo temor saludable”, según explicó el padre Rector a don Daniel González, padre del joven, y, entre otras razones, porque negó ante el padre Quirós, profesor de filosofía, el primer principio filosófico: una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo.
* * *
Yo, señores, fui el niño más suramericano. Crecí con los jesuitas; fui encarnación de inhibiciones y embolias; no fui nadie; vivía de lo ajeno: vivía con los Reverendos Padres... De ahí que la protesta naciera en mí y que llegara a ser el predicador de la personalidad. Mi vida ha estado dedicada a devolverles a los Reverendos Padres lo que me echaron encima; he vivido desnudándome. Soy el predicador de la personalidad; por eso, necesario a Suramérica. Dios me salvó, pues lo primero que hice fue negarlo, donde los Reverendos Padres. Tan bueno es Dios, que me salvó, inspirándome que lo negara. Luego le negué todo al Padre Quirós. ¡El primer principio! Negué el primer principio filosófico, y el Padre me dijo: “Niegue a Dios; pero el primer principio tiene que aceptarlo, o lo echamos del Colegio...”. Yo negué a Dios y el primer principio, y desde ese día siento a Dios y me estoy librando de lo que han vivido los hombres. Desde entonces me encontré a mí mismo, el método emotivo, la teoría de la personalidad: cada uno viva su experiencia y consuma sus instintos. La verdadera obra está en vivir nuestra vida, en manifestarnos, en auto-expresarnos.
Fernando González
* * *
"El maestro de escuela" de Fernando González
* * *

Notas

I
Lo perfecto, “en sí”, no existe, sólo existe con relación al hombre; así uno puede calificar de perfecta una obra, mientras que para otro, de superior inteligencia, no tendrá sino muy escaso mérito. No hay nada que choque tanto como ese empeño de algunos en hacer admirar ciertos libros porque a ellos les parecen sublimes. Existe una gradación inmensa en las inteligencias, y por consiguiente deben existir escritores que respondan a todas las necesidades. Los escritores malos son necesarios para hombres atrasados, de cultura rudimentaria. Sucede que cuando un pensador o artista se eleva demasiado, no es comprendido más que por algunas inteligencias excepcionales y privilegiadas que alcanzan más o menos la inteligencia del pensador o artista. Estos hombres nacieron en época anterior a la que les correspondía y vivieron en un medio que no era el suyo, y lucharon hasta morir en el aislamiento. Talvez por eso dijo Hegel: “No hay más que un hombre que me haya comprendido”; y creyendo eso exagerado corrigió: “y ni aun éste me ha comprendido”. El genio que es sabio como lo fue Spinoza aprende a esperar y guarda su dolor... Y si consideramos el artista cómico, que es superior a su público, y no es comprendido, ¿no resulta trágico y risible? Las inteligencias mediocres se encuentran mejor en el mundo, pues para ellas la vida es más liviana.
* * *

La prehistoria de Fernando González

Por Faber Cuervo
Un jesuita suelto, orillas de La Ayurá
Un adolescente flaco, peludo, de mirada incisiva, recorría, de arriba abajo, las cuatro calles empedradas que tenía Envigado en el año 1912. Con frecuencia se le veía, solo, bajo la ceiba diagonal a la iglesia o en las mangas que circundaban el pequeño poblado. Pero, a partir de un día cualquiera del siguiente año, no se le volvió a ver en sus andanzas.
Aquel muchacho taciturno se había rapado la mitad de la cabeza para obligarse a permanecer dentro de su casa, y así poder armar su primer libro, paradójicamente llamado Pensamientos de un viejo. Cuando no escribía, se refugiaba en un rincón de su nido familiar y allí leía durante largas horas a Píndaro, Safo, Nietzsche y Spinoza.
Era un ser precozmente introspectivo. Cargaba, en sus haberes no tangibles, con ocho años de disciplina jesuítica: madrugones, estudio permanente, templanza y reflexión. Sin embargo, era, ya, un estudiante expulsado del colegio San Ignacio de Medellín, por haber negado el primer principio al padre Quiroz, su profesor de filosofía. Era, pues, un jesuita suelto en busca de un Dios interior. Para lograrlo, agregaba vivencias diferentes al estilo estoico de la orden, contraviniendo así, la debida fidelidad a las “cautelas” que proponía el padre Ladrón de Guevara.
A orillas de La Ayurá, lo volverían a ver, al poco tiempo —solitario siempre—, con la única compañía de los mangos y los guayabos que cerraban filas en torno a una corriente musical que surgía de las encrespadas aguas de la quebrada. Un halo misterioso rodeaba sus jornadas de meditación. Entre ese joven y la exuberante geografía se cuajaba una respetuosa armonía; eran como dos fluidos de entidades distintas que se cruzaban en sus límites y se amalgamaban en una sustancia común. Testigos de ello fueron la bella Sabina y sus 100 niños, quienes, desde la espesura, intuyeron esa alianza secreta. En esas correrías preliminares, se fue gestando su original mirada, despojada de filtros y prejuicios; tal vez fue allí donde empezó a labrarse esa mística advertencia que publicaría, veinte años después, en su revista Antioquia:
“No quedará otra voz que la nuestra, lejana y solitaria, orillas de La Ayurá”.
Ese rebelde del espíritu no tendría otro destino que el de ser incomprendido por una mayoría de paisanos que no se atrevían a traspasar más allá de sus ruanas y de sus sombreros, en el cultivo de su individualidad. A la postre, la búsqueda de sí mismo ha sido manjar, sólo para escogidos ermitaños; todos queremos reír o llorar, y sabido es que “el filósofo que entiende, ni ríe ni llora”.
Ese pensador suelto, a orillas de La Ayurá, tuvo que elaborar —él solo— su revista para poder crear filosofía viva, “ese arte sencillo de observar cautelosamente, agrupando hechos que luego se enuncian como proposiciones madres”. Debió encariñarse obstinadamente de los embates contra el gregarismo, para llegar a ser beato, es decir, aquel ser que disfruta intensamente de lo bello sin apropiarse de él, sin corromperse. Entonces, se desencantó del especial vaivén de los santos de palo y devino en religioso cósmico, para poder manifestar su propio estilo, para expresar, con amor profundo al prójimo, el inmenso dolor que le produjeron los sentidos y el presente.
Para no ser opinante
Los pensadores, no solamente, se labran en la soledad beata de sus retiros espirituales. Es verdad que ellos han necesitado conversar con los siglos, a través de la lectura esteparia de los testimonios impresos, pero, también han tenido que salir a husmear la realidad y a confrontar sus ideas con las de otros meditabundos, quienes abrigan, de modo similar, inquietudes vitales. Sus primeros aprendizajes han estado dirigidos, tanto por autores universales y perennes, como por otros, contemporáneos y, apenas, en la búsqueda de un sistema de pensamiento que los distancie de “Los Opinantes”, denominación que el filósofo Alberto Restrepo González hace de aquellos que hablan sólo por figurar. Sus primeros balbuceos han encontrado, muchas veces, un oído generoso que les hace eco, ya sea mediante el consejo sabio o el ofrecimiento de un pequeño espacio de expresión, para que empiecen a ensayar el vuelo abstracto.
Este es el caso de nuestro pensador de la autenticidad suramericana, Fernando González Ochoa, un envigadeño autoexpresivo, quien tuvo en su hermano mayor, Alfonso, a un atento oyente, a un comentarista y a un enlace con los editores. Valga recordar que Don Alfonso González Ochoa fue el padre del periodismo envigadeño, pues fundó Vox Populi, el primer periódico que conoció esta ciudad en el año 1912. Don Alfonso prologó y ayudó a su hermano en la publicación de algunas de sus obras filosófico-literarias.
A sus escasos 17 años de edad, y recién expulsado del Colegio de los Jesuitas en Medellín, González caminaba despacio las cuatro cuadras que tenía su pueblo natal. Se detenía en cualquier esquina, observaba y reflexionaba acerca de los rutinarios hechos domésticos, apoyado, no sólo, en la lectura de las obras de los más importantes poetas y filósofos griegos y latinos, en la visión escéptica de Federico Nietzsche y Arturo Schopenhauer, y en rudimentos de la Crítica de la Razón Práctica de Inmanuel Kant, sino en sus propias intuiciones dignas de un inconforme suramericano que anhelaba construir su propia cosmovisión. Es decir, ese muchacho menudo, de mirada penetrante, ya poseía un incipiente arsenal de conceptos que empezaban a fraguar su particular crítica al hombre suramericano, que gusta imitar al europeo en todo y que se avergüenza de su ascendencia indígena y negra. En su mente empezaba a agitarse una palabra nueva para el Nuevo Mundo que la requería para empezar su liberación mental, su ascenso lento y tortuoso hacia la autodeterminación y concienciación. Dicha palabra nueva no daba tregua en el discurso negativo que daba vueltas en la cabeza del joven pensador; la sentía como un mensaje represado que debía compartir con sus paisanos, quienes asistían metidos entre ruanas y sombreros a la majestuosa Iglesia de Santa Gertrudis para escuchar los dogmas, bien intencionados, del párroco Jesús María Mejía.
Bajo este primer impulso creador, y gracias al apoyo que le brindó su hermano mayor, empezó a publicar algunos ensayos en el periódico local Vox Populi. Estos ensayos serían la prolongación y profundización de otros que había publicado un año antes (desde el 22 de diciembre de 1911) en el periódico La Organización de Medellín, con el título Notas. Eran, estos, unos ensayos breves, acerca de la meditación filosófica, el escepticismo, la alegría, la verdad, la perfección y las inteligencias mediocres, en los cuales aparece claramente, una admiración hacia las obras de Nietzsche y de Spinoza.
Aparición pública
En honor al rigor histórico, la primera oportunidad para publicar que tuvo el maestro Fernando González, se la ofrecieron don Libardo López y don Roberto Botero, directores de La Organización, un periódico liberal de Medellín, el cual publicaba artículos de los ensayistas Baldomero Sanín Cano y Luis López de Mesa, del botánico Joaquín Antonio Uribe, del cuentista Alfonso Castro y del poeta Luis Carlos López. En este periódico apareció el primer escrito público de nuestro pensador de la americanidad, fechado el día viernes 22 de diciembre de 1911 con el título Notas I (González contaba 16 años de edad), donde discurre sobre la gradación de las inteligencias. Desde esta precoz publicación, González preanuncia, en una suerte de fatalismo intuitivo, su vida de “lucha hasta morir en el aislamiento”; su propio y arduo camino de batallas filosóficas incomprendidas; su existencia de lobo estepario; su inclinación al dolor, ya que “las inteligencias mediocres se encuentran mejor en el mundo, pues para ellas la vida es más liviana”.
Se perfiló desde esa adolescencia rebelde y solitaria, su vocación inclaudicable: pensar (“lo único que me gusta hacer es pensar, por ahí debajo de los árboles”, dijo varias veces). La coherencia, unidad y claridad de ese primer texto, revela la solidez de un proyecto de personalidad que tuvo González desde muy temprana edad. Para tener una mejor valoración de esta primera incursión pública de nuestro pensador, leamos directamente su ensayo y saquemos nuestras conclusiones.
Notas I. Lo perfecto, “en sí”, no existe, sólo existe con relación al hombre; así uno puede calificar de perfecta una obra, mientras que para otro, de superior inteligencia, no tendrá sino muy escaso mérito. No hay nada que choque tanto como ese empeño de algunos en hacer admirar ciertos libros porque a ellos les parecen sublimes. Existe una gradación inmensa en las inteligencias, y por consiguiente deben existir escritores que respondan a todas las necesidades. Los escritores malos son necesarios para hombres atrasados, de cultura rudimentaria. Sucede que cuando un pensador o artista se eleva demasiado, no es comprendido más que por algunas inteligencias excepcionales y privilegiadas que alcanzan más o menos la inteligencia del pensador o artista. Estos hombres nacieron en época anterior a la que les correspondía y vivieron en un medio que no era el suyo, y lucharon hasta morir en el aislamiento. Talvez por eso dijo Hegel: “No hay más que un hombre que me haya comprendido”; y creyendo eso exagerado corrigió: “y ni aun éste me ha comprendido”. El genio que es sabio como lo fue Spinoza aprende a esperar y guarda su dolor... Y si consideramos el artista cómico, que es superior a su público, y no es comprendido, ¿no resulta trágico y risible? Las inteligencias mediocres se encuentran mejor en el mundo, pues para ellas la vida es más liviana. (Fernando González. En: La Organización, N° 743, Medellín, diciembre 22 de 1911).
Se puede discrepar de la “elevada” estimación que el adolescente González tenía del encumbrado Hegel. Es innegable el inmenso aporte que el teutón hizo al desarrollo del pensamiento occidental y su posición prominente en la filosofía clásica alemana; sin embargo, fue, también, según William Ospina (“Los nuevos centros de la esfera”), el “trompetero mayor de la ideología purificadora —antimestizaje— y discriminatoria de la raza blanca eurocentrista”, negador de la capacidad y valía cultural de las etnias negra e india.
González, también, intuyó una existencia plena de vicisitudes espirituales; de esto dará testimonio el poeta nadaísta Gonzalo Arango, en su bello poema “Medellín a solas contigo”, cuando dice: “Medellín, te debo gratitud, porque esa tu manera de parir ‘monstruos’ me regaló un santo que fue mi maestro Fernando González. Te vuelvo a bendecir por él, a quien tanto hiciste sufrir, y tanto te amó”. Dando por sentado que González no se incluía en esa pléyade de hombres de inteligencias privilegiadas, a los cuales se refiere en su texto, no es lejana ni ajena a su expectativa existencial el que haya escrito: “Estos hombres nacieron en época anterior a la que les correspondía y vivieron en un medio que no era el suyo”.
Sus primeras intuiciones o ideas madre
¿Qué diría Fernando González acerca de tanta simulación de pensamiento, o mejor, acerca de la trivialización de las actuales filosofías de moda, expresión del tedio europeo y norteamericano? No hay necesidad de especular para contestar ese interrogante. Basta con remitirse a otro de sus primeros escritos, que bajo el título Notas publicó en 1912, en “La Organización” de Medellín:
El escepticismo es muchas veces, resultado de detenido examen y meditación; por eso es menester no mirar con mucha atención a las personas y cosas que amamos. “El alma necesita vivir de alguna cosa”, y para eso hay que engullir algunas supuestas verdades sin paladearlas mucho. Pero, entonces, objetará alguno, el examen nos va arrebatando las ilusiones de la vida. Sí, y muchas otras cosas... El sabio no tiene esa alegría vulgar que es la fórmula de la superficialidad; quizá por eso las mujeres y los niños son tan alegres. La mirada del hombre que ha examinado detenidamente esa mirada que no se admira, nos revela que a él, después de tocar con el martillo a los ídolos, le sonaron a hueco, como le aconteció al psicólogo alemán (...) (La Organización, N° 882, Medellín, noviembre 22 de 1912).
Que González “vivía a la enemiga”, no hay duda. Esa sería su digna constante, pues “nuestros copartidarios no están en los papeles que hoy se publican en Colombia, ni entre los gobernantes, sino en vientres vírgenes aún. (...) Solitarios, jamás copartidarios”. (Revista Antioquia, p.p.: 40-41). Prácticamente, toda la obra adulta del envigadeño es una extensión y profundización de las primeras intuiciones e Ideas Madre que tuvo durante su niñez y adolescencia: “Yo negué a Dios y el primer principio, y desde ese día siento a Dios y me estoy librando de lo que han vivido los hombres. (...) Desde entonces me encontré a mí mismo, el método emotivo, la teoría de la personalidad: cada uno viva su experiencia y consuma sus instintos. La verdadera obra está en vivir nuestra vida, en manifestarnos, en autoexpresarnos” (Los negroides).
El filósofo Alberto Restrepo González argumenta que “en este período de su mocedad, tiene lugar el hecho más decisivo de su juventud y de toda su vida, que orientará toda su tarea, toda su búsqueda por la plena realización viva de la cultura y de la fe: la crisis de la verdad del primer principio”. (Testigos de mi pueblo. Colección autores antioqueños, 1995). Devela, además, aquél: “Al contacto con el pensamiento europeo, no se produjo en Fernando González el fenómeno propio del Opinante americano: transculturar, imitar, memorizar; al contrario, vio en esa realidad europea la confirmación de su vocación nativa de anunciador de la posibilidad de la autenticidad cultural latinoamericana” (Alberto Restrepo. Obra citada, p. 404).
González fue, indudablemente, precursor de una altiva actitud americana: la de pararse frente al mundo real que le tocó vivir. No le dio la espalda a las breñas y selvas de este trópico exuberante; al contrario, se sumergió en éste, y vivió su propio proyecto de vida, de mestizo que libra una lucha de desenredo personal. Contrasta este ejemplo de existencia individual, con la realidad que aún vivimos en América Latina, donde no hemos podido —ni deseado con pasión— vivir nuestras propias vidas y proyecto histórico continental. Seguimos siendo esclavos del pensamiento prestado, y peor, depositarios de la instrumentación positivista y utilitarista anglosajona; sobreviviendo en un contexto de economías marginales, especulativas, pordioseras, rústica despensa complementaria de las economías de los países desarrollados; todo esto exacerbado gracias a los efectos de una generosa globalización, planeada y dirigida, precisamente desde “invisibles” centros de poder.
La búsqueda de modelos
El 9 de noviembre de 1912, González empezó a publicar en Vox Populi (el primer periódico que tuvo Envigado), una columna titulada “De otros siglos”, en la cual describía y comentaba el perfil biográfico de algunos poetas y filósofos. En su primer artículo escribe sobre Safo, la poetisa griega (620–565 a.d.C.). Afirma que muy poco se sabe de ella, debido a la cantidad de fábulas y leyendas que los poetas cómicos griegos acumularon, en razón de su fama. Dice González que, probablemente, le aplicaron historias ocurridas a otras personas, como la que le ocurrió a Calycé, una joven anterior a Safo, quien se arrojó por el promontorio de Léucades, al no poder conquistar el amor de Phaon, joven barquero de Lesbos. El envigadeño cita fragmentos de la Oda a Afrodita y Oda a una mujer amada, y argumenta que el sentido de estos versos ha servido de fundamento para acusar, destructivamente, a Safo por sus “costumbres depravadas”. Podemos encontrar aquí, ya, ese afán que siempre caracterizó a González, por esculcar la verdad, por “no tragar entero”, por rumiar las premisas y configurar su propia interpretación.
Safo fue la primera representante significativa de la poesía lírica griega. Su cultura, inteligencia y ambición, hicieron que ella presagiara su inmortalidad. Nóside, otra importante poetisa griega, le escribió versos emotivos; Horacio le dedicó vibrantes odas; Baudelaire tuvo que presenciar la mutilación de su obra Las flores del mal y la reprobación de su poema “Lesbos”, porque en él Safo se eternizaba, venciendo la muerte. Safo fue una mujer muy sensible; escribió epigramas, epitalamios y odas, donde el tema predominante es el amor a los hombres y en especial a las mujeres. Una tradición conservadora —esa misma que criticó González— ha pretendido demeritar la obra de la poetisa, apoyándose en su homosexualidad y en su suicidio. Para Safo, el amor consiste en la fruición de un placer trascendental que deleita el espíritu y los sentidos, un frenesí erótico que la hace gozar y sufrir, producido por la belleza de sus amigas y por el encanto de la naturaleza. El amor como lo más bello y preciado en la concepción de Safo, es elevado a la categoría de sentimiento universal e irresistible que puede llevar a una mujer prudente como Helena a abandonarlo todo, y a la misma Safo a lanzarse al mar Egeo por el rechazo que sufrió, supuestamente, de un joven pescador.
En un segundo artículo publicado el 23 de noviembre de 1912, González aporta los datos biográficos esenciales de Píndaro, el máximo poeta griego (518–438 a.d.C.); destaca las bruscas transiciones (dulzura y aspereza) de su estilo, y coincide con el crítico Macaulay en que en Horacio eran imitaciones, mientras que en Píndaro eran una necesidad. El filósofo termina su ensayo biográfico así:
Los griegos refieren que un día estaba dormido Píndaro en un jardín lleno de flores, y un enjambre de abejas vino a hacer la miel en sus labios. Esto se puede traducir del siguiente modo. Obra de amor es la obra del poeta. El poeta debe tener la dulzura que prestan los besos de una boca amada: debe servir de panacea en los días de tristuras.
Podemos advertir aquí, que González, antes de ser filósofo fue un admirador de la belleza del lenguaje, quien valoraba con juicio las invenciones de los grandes poetas de la antigüedad. González... ¿filósofo de la estética? El ensayo sobre Píndaro: ¿Germen de la construcción de El Hermafrodita dormido? Píndaro se consagró a la glorificación de los dioses de Hesíodo y Homero, cantó a los cultos tradicionales y a las Olímpicas, a través de himnos, peanes, ditirambos, prosodias, escolias y Threnos. Antes de ser célebre, fue derrotado en cinco sucesivos concursos de poesía, en Tebas, por Corina, otra excelente poetisa griega, su maestra. Los dioses concedieron a Píndaro lo que él les había pedido: la mayor felicidad posible, la muerte “vencido por el sueño”.
Encuentro con un Maestro
Un tercer ensayo, esta vez sobre Sócrates (470-399 a.d.C.), aparece publicado el 10 de diciembre de 1912. González exalta allí el método de enseñanza predilecto del ateniense: la mayéutica o conversación dirigida. Pero, veamos, antes, cómo lo presenta:
La filosofía, es decir, el examen de la razón y valor de las cosas, nos despoja de las ilusiones de la vida. (...) Kant inventó con seriedad verdaderamente alemana, la razón práctica que debía evitarle el escepticismo. Pero la razón práctica no pudo tampoco evitarle el infierno del no creer en nada. Nietzsche, menos compasivo, o mejor dicho, más fuerte, bebió e hizo apurar a los demás un veneno que lleva a la desesperación y a un pesimismo más horrible que el hosco de Schopenhauer. Cuando una sociedad viene, mediante el examen, a este punto, necesariamente aparece un hombre menos resistente al dolor. Pues bien, Grecia estaba ya en tiempo de la guerra del Peloponeso, al borde de este abismo, y entonces, apareció Sócrates, el hombre compasivo, el hombre que tenía todas las malas pasiones, pero que había logrado dominarlas.
Explica González, a continuación, que a Sócrates se le encontraba donde hubiese reunión disputando con los sofistas, a quienes aniquilaba con su dialéctica. Argumenta que estos últimos y los demócratas lo odiaban, pues lo consideraban un conspirador. Recordemos que Sócrates hacía preguntas que resultaban incómodas para el sistema político griego (esclavismo democrático); conducía a la gente a que pensara por sí misma, para que fuera sana de la mente, pues la filosofía era ya para ese tiempo la medicina del alma; la filosofía como parenética (que orienta) y protréptica (que exhorta), hacía preguntarse siempre: ¿y esto (lo que hago o aprendo), qué sentido tiene para mi vida? No es que la filosofía sea algo parecido a la salud, sino que es la salud misma. Pero, sucedió que, en Occidente, la filosofía dejó de ser medicina; la terapia dialógica que produce el filosofar se fue diluyendo con la expansión del positivismo y la racionalidad científico-instrumental. La filosofía se volvió, entonces, “actividad de ociosos o improductivos”, y ¡ah decepción!, para un padre, cuando recibía la noticia de que su hijo o hija quería estudiar esa disciplina. Con el triunfo del totalitarismo del lucro, se convirtió en idealismo inútil el testamento del estoico Séneca (4 a.d.C.-65 d.C.):
Lo primero que promete la filosofía es el sentido común, la humanidad, la sociabilidad; y de esta profesión nos alejará todo radicalismo... Es de saber que nuestro propósito es vivir según la naturaleza; y va contra la naturaleza violentar el cuerpo, odiar el sencillo aseo..., la filosofía exige frugalidad, no penalidad...
Complementemos, interpretando a Nietzsche: lo importante de la filosofía no es enseñar a discutir sino enseñar a vivir, a torear los mensajes tecnocráticos y deshumanizantes de la modernidad occidental. La filosofía que repite platonismos, juegos de palabras y discursos al servicio de tal o cual, es retórica o filosofía mercenaria. Los imperativos categóricos van contra la condición humana, pues cada circunstancia requiere una moral y cada persona elige autónomamente su virtud; a nadie le gusta que le digan cómo debe proceder.
En el ensayo que, sobre Sócrates, escribió González, tal vez esté el estímulo que hizo madurar su inclinación a hacerse acompañar de un interlocutor-caminante, como una forma de afilar sus pensamientos; también, los orígenes de su obra Viaje a pie, unas reflexiones a través de una correría por varios pueblos. La mayéutica, las preguntas sucesivas o el “arte de la comadrona” están presentes en la obra de González. También, la ironía socrática y los alegatos contra las afirmaciones dogmáticas. Tan significativa fue la influencia de Sócrates en el pensamiento de González, que éste revelaría posteriormente en el “Ensayo acerca de la supervivencia del yo”: “Sócrates y Jesús son la fuente de mi religiosidad; me aferro a ellos para conservar la esperanza de no ser borrado como individuo del libro de la vida” (Revista Antioquia, N° 6, 1936).
Una Tesis
Una tesis fue el trabajo con el cual el filósofo de Envigado se graduó, en 1919, como doctor en Derecho y Ciencias Políticas en la Escuela de Derecho de la Universidad de Antioquia. Esta obra, también de temprana juventud, es una muestra de atrevimiento en el ejercicio de pensar desde nuestro mediodía americano, sin filtros gnoseológicos impuestos por “autoridades académicas” o por juegos de verdad y poder, extensiones estos de ideologías dominantes coyunturales.
Desde el título, su trabajo de grado está provocando al lector: Una tesis o El derecho a no obedecer. González no hace de su tesis una “casa de citas”, como dice el profesor Gonzalo Soto, es decir, una lista enorme de pies de página con nombres de autores y de libros que terminan quitándole identidad a un escrito y, más bien, hablan de lo que otros pensaron, no de lo que el autor de la tesis piensa. Esta sola característica de Una tesis ya es un aporte al medio intelectual criollo, que en su época hacía gala de un fastidioso afrancesamiento y sajonamiento. Los trabajos de grado valían según la cantidad de citas que se hicieran de autores famosos, o según el estilo retórico y ampuloso grecolatino. La falta de carácter que ha predominado en la academia colombiana, ratificada por cortes de opinantes aculturados, es objeto en Una tesis, de una tácita y demoledora crítica. González las emprende contra los que aceptan sin rigor alguno y sin digestión cerebral, teorías de moda introducidas por “élites intelectuales”.
El joven graduando despliega en esa época de “calma chicha” un discurso personal que despierta recelo en las gramáticas jurídico políticas de la Escuela de Derecho. Los académicos vetan el nombre original del trabajo (El derecho a no obedecer), y González, quien no se iba por las ramas, decide titularla simplemente Una tesis. Se manifiesta como un pensador independiente que se atreve, con criterio propio, a lanzar su teoría de que “En Colombia no ha regido la ley de la proporcionalidad de las actividades”, con el argumento principal de que “en Colombia hay muchos doctores, muchos poetas, muchas escuelas y poca agricultura y pocos caminos” (Una tesis. Medellín, Universidad Pontificia Bolivariana, tercera edición, 1995). Una tesis no descubre el agua tibia ni propagandiza ideas oficiales; propone un análisis nuevo partiendo de la realidad. Allí se puede ver, en miniatura, lo que sería su permanente contacto con los hechos cotidianos, con las esencias fenoménicas, pues las formas se las dejaba a los opinantes. Mejor que como lo dijo el pensador Alberto Aguirre es difícil expresarlo:
González fue siempre alguien que no se dejó encasillar por el concepto. Al tiempo que buscaba el mundo, se buscaba en el mundo. Buscaba el ser. (...) Como vivió atisbando el mundo, con la curiosidad de un animal o de un niño, sus conceptos están preñados de realidad. Como untados del barro vital. (...) El pensamiento de Fernando González va adherido a la realidad. El concepto deriva de la realidad, no de otro concepto. (...) Aplicando el oído a la realidad, sin pedantería —sin la pedantería de los conceptos—, logró hacer una sociología de Colombia. Que la visión crítica de una realidad ha de surgir de ésta y no de las teorías. (...) La filosofía brota de la vida y no de los infolios casposos (Revista Antioquia. Introducción. Medellín, Editorial universidad de Antioquia, 1997).
El atrevimiento, la independencia, el carácter, el apartarse de los “juegos de poder y de verdad”, la ironía, su comunión con la esencia histórica, son características de la obra adulta y madura de Fernando González, las cuales ya están presentes en sus escritos de adolescencia y temprana juventud, es decir, en su prehistoria de escritor y pensador. Desde allí, se puede columbrar al filósofo de la inconformidad, al retratista con escalpelo de una fingida sociedad; pero, en especial, al admirador de la belleza y del poder develador —no encubridor— de la palabra. No en vano, llegaría a convertirse en un hondo narrador y ensayista, cuyo pensamiento influiría y sigue influyendo en importantes figuras de la literatura y de la intelectualidad colombiana.
Fuente:
Cuervo, Faber. La frágil tolerancia de Occidente. Grafiformas Ltda., Itagüí, primera edición, abril de 2003, p.p. 77 - 85.

"La renuncia de un profesor": Iván Garzón V., en El Mundo de Medellín

http://www.elmundo.com/portal/opinion/columnistas/la_renuncia_de_un_profesor.php
"La renuncia de un Profesor

Autor: Iván Garzón Vallejo
22 de Diciembre de 2011



Un sano debate público ha suscitado la carta del profesor Camilo Jiménez renunciando a su cátedra de Comunicación Social en la Universidad Javeriana.

Un sano debate público ha suscitado la carta del profesor Camilo Jiménez renunciando a su cátedra de Comunicación Social en la Universidad Javeriana. Si lo he entendido bien, creo que pretende llamar la atención sobre el bajo nivel académico promedio que exhiben personas privilegiadas socialmente y que no se toman en serio la vida universitaria, entretenidos como están con artefactos tecnológicos. Sé que muchos profesores del país y del exterior suscribirían un reclamo semejante. Yo sólo añadiría que, quienes decimos profesar un saber –eso significa ser profesor– no echamos de menos capacidades o talentos en los estudiantes, sino curiosidad intelectual, ganas de saber, compromiso con el conocimiento, y no sólo obsesión con una nota que, a fin de cuentas, es tan sólo un eslabón en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Esta ausencia de curiosidad intelectual y de ganas de saber explica que muchas universidades parezcan clubes sociales, en las que imperan lógicas extra-académicas como el amiguismo, la conveniencia y la mutua complacencia.

Los estudiantes no son los únicos responsables de esta situación: los profesores también lo somos. Y si el reclamo de Jiménez se centra en que muchos estudiantes no saben escribir y no les gusta leer, este mismo diagnóstico se podría hacer de muchos profesores que parecerían haber encontrado en la vida universitaria un lugar donde esquivar el competitivo mundo profesional. No obstante, no parece productivo asumir esta discusión en forma gremial (estudiantes versus profesores) y repartiendo culpas (mal desempeño versus esnobismo), pues la calidad de la vida universitaria es una responsabilidad de unos y otros.

La universidad es una institución que tiene una enorme responsabilidad social: formar los cuadros dirigentes de una sociedad. Si esto es así, si asumimos que la universidad no es un mero peldaño en la escalera de la movilidad social –para los estudiantes– o un oficio más o menos sosegado –para los profesores–, esta sólo podrá cumplir su función a cabalidad en la medida que unos y otros se comprometan seriamente con la excelencia. Afirmar esto en un país plagado de chambonería, corrupción y rezagado en los estándares educativos internacionales parece un lugar común. Pero aún no lo es.

La educación universitaria de excelencia tiene varios enemigos. Uno es cultural, el arribismo: las universidades, sobre todo las privadas, están llenas de estudiantes (y profesores, ya lo dije) que están en el lugar equivocado. Por falta de vocación para una carrera, por falta de capacidades, o por simple desinterés. Muchas familias de clase media y alta consideran un deshonor que sus hijos no cursen una carrera universitaria. Es un asunto de estatus, que genera una inercia social en la que el estudiante quizás no se pregunta con honestidad si está dispuesto a invertir todo lo que aquella requiere.

Otro es el pacto tácito de mediocridad entre profesores y estudiantes que un colega definía como “yo te exijo poco, luego, tú me exiges poco también”. “El profe” popular es el que dice (o piensa) el primer día de clase “por la nota no se preocupen”. Como estudiante, siempre vi en ello una auto-confesión de mediocridad, una especie de proclama de “tome lo que quiera”: a mí me da igual. Pero también, los estudiantes asumen lo que Wiesenfeld define como la actitud del “consumidor descontento”. Por eso, “si no les gusta la nota que reciben, se dirigen hacia el mostrador de ‘devoluciones’ para intentar cambiarla por otra mejor”. Allí se renueva el pacto tácito de mediocridad. Y todos contentos. Pues en eso sí estamos en los primeros lugares del mundo".

"¿Policías y ladrones en el aula?": Jorge Alberto Velásezquez, en El Mundo de Medellín

http://www.elmundo.com/portal/opinion/columnistas/policias_y_ladrones_en_el_aula.php


"¿Policías y ladrones en el aula?


Autor: Jorge Alberto Velásquez Betancur
22 de Diciembre de 2011



Antes se decía que el alumno era para el profesor lo mismo que la arcilla para el orfebre y el artista: un dócil material para dar forma, pulir y entregar a la sociedad como una obra de arte.

Antes se decía que el alumno era para el profesor lo mismo que la arcilla para el orfebre y el artista: un dócil material para dar forma, pulir y entregar a la sociedad como una obra de arte. Hoy esa afirmación queda fuera de contexto, porque desconoce la identidad del sujeto que aprende, su autonomía y su propia capacidad de expresión. Pero así como no puede decirse que el alumno que llega a la institución educativa sea un pedazo de barro para moldear, la relación educativa tampoco puede reducirse a un asunto de buenos y malos, según la visión de quien juzgue.

Sorprende que el tema preferido de muchos profesores sea el de hablar mal de sus estudiantes y, al hacerlo, el de trasladar las responsabilidades por las carencias y vacíos al nivel inferior de la escala educativa: la universidad critica los vacíos del bachillerato, la secundaria se queja de la primaria y la primaria, seguramente, se queja de la familia, porque parece haber abdicado de su misión formadora y educativa por la de simple proveedora de bienes materiales.

No se trata de forzar la cadena para esperar que se rompa por su punto más débil, sino de analizar el sistema educativo en su conjunto, para replantear su papel en la sociedad y redefinir sus responsabilidades. No se trata solo de dar preferencia a la cantidad (todos los gobiernos hablan de cobertura) sino de reforzar los estándares de calidad a la luz de la realidad y de las necesidades colombianas en relación con la época y con las demandas sociales. Y esta revisión debe partir de un punto preciso: que todos los actores del proceso educativo tengan un alto sentido de autocrítica.   

Antes de seguir alimentando el juego de policías y ladrones en el aula de clase, el sector educativo debe recuperar su capacidad de autocrítica y ponerse cada quien en su sitio: los estudiantes deben reconocer que no van al colegio o a la universidad por un título, sino a aprender; los profesores también deben comprender que no se las saben todas, que su responsabilidad es la formación de los alumnos que les entrega la sociedad, vengan bien o mal preparados del ciclo anterior, y que la autoridad emana del conocimiento. A su vez, la sociedad y las instituciones educativas deben valorar más a los profesores, entender que la competitividad no está en las horas de clase a cargo sino en la calidad del proceso pedagógico, que requiere de mucha investigación, teniendo en cuenta que cada hora que se comparte en el salón de clase tiene el sustento de muchas horas de preparación y de otras tantas de evaluación.

Hoy el proceso de formación y aprendizaje se mira más como una relación dialéctica en la que estudiante y profesor aportan y ambos ganan. No es una simple transmisión de conocimientos acumulados, sino una recreación del conocimiento, articulado por la deliberación y la sana crítica.

Esta precisión es necesaria para situar el debate sobre el proceso de formación de los nuevos profesionales colombianos en sus justas dimensiones, que se aparta mucho de ser un simple juego de buenos y malos, como se ha querido presentar durante estos días.

Fenómenos como la globalización y los cambios sociales, económicos, culturales y tecnológicos que vive el mundo de hoy, hacen mayores las exigencias en la formación de los profesionales de todas las áreas del conocimiento. La mayor responsabilidad en el cumplimiento de esta exigencia recae sobre el sistema educativo formal o institucional, que tiene la misión de formar a los estudiantes en competencias básicas, ciudadanas y laborales, tanto generales como específicas, para que puedan alcanzar los niveles esperados de desarrollo personal y social, sean ciudadanos activos, críticos y responsables y se desempeñen con éxito en el sector productivo o de servicios".

lunes, 21 de noviembre de 2011

Artes y humanidades en la educación: Darío Valencia Restrepo en El Mundo

http://www.elmundo.com/portal/opinion/columnistas/artes_y_humanidades_en_la_educacion.php


Artes y humanidades en la educación
Autor: Dario Valencia Restrepo
21 de Noviembre de 2011



“Aprendí a pensar críticamente, analizar en profundidad y escribir con claridad en los cursos universitarios de humanidades, no en los cursos de ciencias. Las humanidades fueron para mí lo más valioso de la escuela.

“Aprendí a pensar críticamente, analizar en profundidad y escribir con claridad en los cursos universitarios de humanidades, no en los cursos de ciencias. Las humanidades fueron para mí lo más valioso de la escuela. Aún hoy, ellas amplían mi pensamiento, me ayudan a hacer conexiones y facilitan mi habilidad para la comunicación.” Así se expresa un profesor de ciencias al observar una tendencia internacional, incluso en nuestro país, a debilitar o suprimir la formación en artes y humanidades en el ámbito universitario, en razón de que ellas no se consideran rentables en un mundo académico que cada vez se orienta más por las señales del mercado, la competitividad en un mundo globalizado y la preparación para los negocios. Y hace un llamado a los científicos y técnicos para que alcen su voz en contra de una tendencia profesionalizante que no prepara en forma integral para la vida.

Cuestión central de la educación debería ser una formación para la democracia y el ejercicio de una ciudadanía independiente, responsable e informada, consciente de los procesos sociales y partícipe en el debate político. Pertinente lo que al respecto estableció la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948: “La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos”.

Un completo programa de urgente aplicación en Colombia, otro país que piensa más en el desarrollo económico sin equidad que en el desarrollo humano.

Hoy más que nunca es indispensable el estudio rigoroso de la historia para entender el presente, así como el aporte de filósofos que no escriban para sus colegas sino para los seres comunes y corrientes que intentan dar sentido a sus vidas y que buscan respuestas ante las incertidumbres y desastres del mundo actual.

Con propiedad señala Martha C. Nussbaum, en su libro “Sin fines de lucro – Por qué la democracia necesita de las humanidades”, que las materias de ciencia y tecnología se deben impartir con la mayor calidad, pero no debe olvidarse que con la formación en artes y humanidades se pueden adquirir las capacidades de desarrollar un pensamiento crítico, de trascender las lealtades nacionales y afrontar los problemas internacionales como “ciudadanos del mundo” y de imaginar con compasión las dificultades del prójimo.

De otra parte, el gran pedagogo y Premio Nobel de Literatura Rabindranath Tagore, cuyos métodos revolucionaron la educación en la India pero que hoy están olvidados, escribe algo que resulta increíble cuando registramos que proviene de 1917: “La historia ha llegado a un punto en que el hombre moral, el hombre íntegro, está cediendo cada vez más espacio, casi sin saberlo, al hombre comercial, al hombre limitado a un solo fin. Este proceso, asistido por los avances del progreso científico, está alcanzando proporciones gigantescas, con un poder inmenso, lo que causa el desequilibrio moral del hombre y oscurece su costado más humano bajo la sombra de una organización sin alma”.

La formación artística estimula atributos básicos de utilidad para la vida social y en particular también para las profesiones científicas, técnicas y administrativas. El estudio y práctica de actividades como música, danza, cine y teatro propicia el trabajo en equipo, la  comunicación con otros y las habilidades creativas y de innovación, todo ello transferible y aplicable a otros campos. A su vez, los talleres de artes visuales permiten entender realidades y relaciones no expresables cuantitativamente o en palabras. Agregaríamos que la educación estética conduce a formas éticas superiores, tal como lo ponen de presente los programas musicales dirigidos a los jóvenes de menores recursos en Colombia y sobre todo en Venezuela con el Sistema Nacional de las Orquestas Juveniles e Infantiles.

viernes, 18 de noviembre de 2011

El XYZ de la Reforma a la Ley 30 de 1992 (Ley de Educación Superior). Por: Leopoldo Múnera

http://www.planetapaz.org/index.php?option=com_content&view=article&id=426:el-xyz-de-la-reforma-a-la-ley-30-de-1992-ley-de-educacion-superior&catid=15:menu-slider&Itemid=48


El XYZ de la Reforma a la Ley 30 de 1992 (Ley de Educación Superior) PDF Imprimir E-mail
Lunes, 24 de Octubre de 2011 07:22
Por: Leopoldo Múnera
1. ¿Para qué y por qué una reforma a la educación superior?
La reforma está dirigida a reestructurar el mercado laboral en función de las nuevas formas de acumulación del capital y de la inserción acrítica y subordinada en la economía global.
Durante la segunda mitad del siglo XX, la baja cobertura en la educación superior colombiana fue compatible con un tipo de desarrollo que no exigía una mano de obra especialmente cualificada. No obstante, los cambios en el proceso productivo, determinados por el post-fordismo y la globalización, exigen en la actualidad la formación de operadores competentes para hacer funcionar la nueva máquina social y productiva del capital en el país. De lo contrario, la competitividad en el mercado global y la capacidad de consumo de los nuevos bienes y servicios continuará siendo muy limitada.
Con este horizonte económico, se pretende que el mercado laboral del futuro esté conformado por una pequeña élite de profesionales con alta formación académica para los cargos directivos y los servicios especializados, un grupo un poco más amplio de profesionales con una formación intermedia y funcional a la máquina productiva, lo operadores calificados, y una gran masa de técnicos y tecnólogos con conocimientos básicos y flexibles, que ejecuten diferentes tipos de tareas cambiantes, sin reflexionar sobre ellas, o que puedan ser los empresarios de su propia pobreza.
Por consiguiente, la reforma a la Ley 30 de 1992 no implica una ruptura del modelo práctico para la educación superior seguido hasta el momento por Colombia, caracterizado por una reducida inversión pública y una educación superior de mediana o baja calidad y pertinencia, sino la profundización y reorientación del mismo, de acuerdo con la nueva fase de acumulación del capital.
Si la propuesta gubernamental es aprobada en el Congreso de la República, seguirán proliferando las instituciones privadas de “garaje” o “condominio” y las instituciones públicas con una pobre financiación estatal, fundamentalmente en las ciudades intermedias o en las capitales de los departamentos con menor presupuesto, al tiempo que se reforzará la mutación de la educación para el trabajo, como la del Sena, en una educación técnica y tecnológica con baja inversión por estudiante y ajena al desarrollo de capacidades críticas o innovadoras.
En términos generales, la educación de las elites se concentrará en unas pocas universidades privadas de alto costo y en algunas estatales con tendencias a asimilarse a aquellas, la de los cuadros medios en el resto de las universidades públicas sumidas en diferentes procesos de privatización o reconvertidas en mixtas y la de la mayoría de la población en la educación técnica y tecnológica de baja calidad, poca creatividad y salarios precarios. De esta forma piensa el Gobierno Santos insertar el país en el mercado global y enganchar la educación superior a las locomotoras del desarrollo.
2. Sin embargo, de acuerdo con la Ministra de Educación, se va a aumentar el presupuesto para la educación superior como nunca antes en la historia colombiana.
Si nos atenemos a las cifras dadas por la Ministra de Educación, sin explicar con claridad la destinación específica de los recursos ni cómo se calcularon, en los próximos tres años se va a incrementar el presupuesto para el sector en 1,5 billones de pesos para generar 600.000 nuevos cupos en el pregrado y 45.000 en el postgrado. Para las instituciones públicas se van a destinar 420.000 millones de pesos “frescos” para generar 95.000 cupos. Además, entre 2012 y 2022 los recursos nuevos llegarán a ser 11.1 billones de pesos.
Sin duda, en términos absolutos el presupuesto va a aumentar. ¿Pero va a suceder lo mismo en términos relativos, es decir en lo que el Estado invierte por cada estudiante, suma que se ha venido reduciendo notoriamente en los últimos años?
Veamos:
De acuerdo con las cifras oficiales, el presupuesto anual por cada estudiante, sumados los de pregrado y postgrado, inscrito en una institución de educación superior, pública o privada, es de $ 4.764.164 (8,06 billones de pesos dividido por 1.691.797 estudiantes) y el de las instituciones públicas es de $4.557.635 (4,24 billones de pesos dividido por 930.307 estudiantes). Ambos son menos de la mitad del presupuesto per cápita mexicano.
En virtud de la reforma se van a destinar 1,5 billones de pesos para los tres primeros años, con el propósito de generar 645.00 cupos nuevos. Es decir, por cada estudiante nuevo se van a invertir $ 2.325.581 para el primer trienio, $ 775.194 por año. Una sexta parte de lo que se invierte en la actualidad. No hay que olvidar que el 76% de los cupos nuevos debe ser ofrecido por instituciones oficiales y que después de 2014 los cupos deberán seguir aumentando hasta llegar a un 64%. de la tasa bruta de cobertura.
A las universidades públicas, que tienen un déficit acumulado cercano a los 715.000 millones de pesos, se les asignará un poco más de la mitad del mismo, 420.000 millones de pesos, en los tres años, con el propósito de que ofrezcan 95.000 cupos nuevos: $4.421.052 por estudiante para el trienio, $1.473.684 cada año. Menos de una tercera parte.
Desde luego, estas proyecciones son meramente ilustrativas, pues los 645.000 cupos nuevos son la meta para el tercer año y para llegar a ella se debe seguir un aumento progresivo. Sin embargo, si calculamos el presupuesto per cápita necesario de acuerdo con el que actualmente existe en las instituciones públicas, los 1.5 billones de pesos solo servirían para 329.118 cupos nuevos en un año, conservando una calidad de la educación mediana y baja.
No es necesario hacer más operaciones, aunque desde luego pueden ser afinadas, para deducir que en las instituciones públicas el presupuesto por estudiante se va reducir y que, por consiguiente, si se aprueba la reforma, el presupuesto relativo de las instituciones públicas va a disminuir.
Dos datos más permiten confirmar este cálculo. Si se estima que por cada treinta estudiantes es necesario un profesor de tiempo completo, promedio muy superior al actual, se deberían contratar 21.500 docentes para atender los nuevos cupos. Si se les pagara un salario promedio bajo, comprendidos todos los gastos laborales, de $2.500.000 mensuales, solo la nómina costaría cada año $650.000 millones de pesos. En tres años superaría el presupuesto previsto en la reforma para el periodo comprendido entre 2012 y 2014. No quedarían recursos para laboratorios, proyectos de investigación, aulas, honorarios de los auxiliares de docencia, equipos informáticos, etc.
Para los subsidios de sostenimiento, matrícula y tasas de interés se prevé $915.000 millones de pesos; $472.868 por año para cada uno de los 645.00 cupos nuevos. ¿Con tan pocos recursos se podrá bajar la tasa de deserción del 45%? ¿El gobierno no está haciendo demagogia con cifras absolutas gigantescas que en términos relativos son diminutas? ¿Si se quiere ofrecer una educación superior de calidad no se debe tener en cuenta el presupuesto por estudiante en las universidades públicas y privadas de calidad que hay en Colombia, el cual fluctúa entre 10 y 22 millones por año? ¿No se deberían incrementar paulatinamente los recursos para la educación superior, como un porcentaje del presupuesto de gastos de la nación, teniendo como referencia las instituciones que el mismo gobierno ha considerado de alta calidad?
3. ¿Con este presupuesto se puede ofrecer una educación de calidad, incluso si el único criterio son las competencias laborales?
La reforma no está orientada a crear una educación superior de calidad, sino a convertir el modelo del SENA, cuya educación para el trabajo fue deformada durante el gobierno de Uribe al disfrazarla de educación técnica y tecnológica de calidad, en la principal alternativa de educción superior para la juventud colombiana, especialmente para los sectores más pobres de la población. Así no tendremos derecho ni a una educación para el trabajo pertinente, ni a una educación técnica y tecnológica de calidad
Para inflar las estadísticas de cobertura, el gobierno de Uribe en un poco más de un año, entre noviembre de 2009 y diciembre de 2010, le dio la certificación de calidad a 72 programas del SENA. Batió así todos los récords latinoamericanos y mundiales. Ese es el camino que desea seguir el gobierno actual: hacer una reforma para la educación superior que se fundamente en una educación para el trabajo travestida en educación técnica y tecnológica y en una educación superior articulada alrededor de competencias laborales acríticas que inhiben la capacidad creativa de los estudiantes.
De los 465.000 cupos nuevos para los próximos tres años, 395.000 (85%) deben ser generados por las instituciones técnicas y tecnológicas públicas, incluido el SENA. ¿De dónde van a salir los docentes especializados? ¿Dónde están los recursos para la formación de profesores que permitan la innovación que requiere el país? ¿Cuál va a ser la inversión en los laboratorios indispensables para que este tipo de educación sea de calidad? ¿La infraestructura se va a reducir a salones para jornadas triples? ¿Es esta la educación superior de calidad que no están prometiendo? ¿De esta manera vamos a superar el 13% de programas, el 8% de instituciones de alta calidad y el 13,5% de profesores con doctorado? ¿Se ha reflexionado sobre el tipo de profesional que necesita Colombia para salir de la situación de pobreza y violencia en la que está sumida o solo se está pensando en crear condiciones para la expansión de la inversión extranjera en el país? La calidad implica pensar en la pertinencia social de la educación superior y en los objetivos colectivos que se pretende alcanzar con ella mediante la formación, la investigación y la interacción con el conjunto de la sociedad.
Cualquiera que sea la manera como el gobierno entiende la calidad está engañando a los estudiantes de educación básica o media y a los padres de familia que esperan en el futuro que sus hijos puedan acceder a instituciones que les ofrezcan una educación superior que le sirva a ellos y a Colombia, y no solo a un pequeño número de inversionistas nacionales y extranjeros.
4. Pero de todas formas fueron retiradas del proyecto de reforma las instituciones con ánimo de lucro.
Las instituciones con ánimo de lucro fueron criticadas por miembros de la comunidad académica colombiana, entre ellos por rectores de universidades públicas y privadas, pues son vistas como un negocio en el que con una baja inversión se esperan sacar grandes ganancias, ofreciendo un producto, la educación, que solo puede ser de calidad cuando se asume como una inversión social destinada a generar beneficios individuales y colectivos, pero no ganancias económicas.
No obstante, el conjunto de la reforma conserva la ideología del ánimo de lucro: ampliación de mano de obra con una formación básica y flexible, baja inversión pública que no implique una mayor carga tributaria y ganancias para el capital, mediante la formación de una fuerza de trabajo de bajo costo. Los intereses del conjunto de la sociedad colombiana son totalmente olvidados.
Adicionalmente, a pesar de las declaraciones de la Ministra, la definición poco clara de las instituciones mixtas deja abierta la posibilidad de que el ánimo de lucro se cuele por ellas y de que sean la única alternativa para las instituciones públicas que por la falta de recursos estatales se encaminen hacia la quiebra. En este caso, estas últimas quedarían listas para someterse al Régimen de Insolvencia Empresarial contemplado en la ley 1116 de 2006 y consagrado en el proyecto de reforma, que curiosamente en su articulado exceptúa a la mayoría de las instituciones prestadoras de servicios públicos, por ser una norma aprobada solo para las instituciones con ánimo de lucro.
El ánimo de lucro no ha desaparecido de la reforma.
Para poder sobrevivir, las universidades públicas colombianas cada vez se parecen más a empresas productoras de mercancías: amplían la contratación de profesores ocasionales a bajo costo, sustituyen las investigaciones que sus comunidades consideran pertinentes por consultorías rentables económicamente para las instituciones y los profesores, o reducen la interacción con la sociedad a la denominada “extensión remunerada”. En consonancia con estas actividades, la dirección académica está siendo sustituida por nuevas formas de gerencia, poco compatibles con las actividades académicas, inspiradas en la simple eficacia económica. De igual manera, los profesores son obligados a comportarse como microempresarios de sus proyectos para poder realizarlos y en medio del mercado de créditos académicos, muchos estudiantes escogen sus asignaturas electivas de acuerdo con un cálculo de costo y beneficio de tipo económico y no del sentido que le desean dar a su formación. Finalmente, la tendencia a privilegiar dentro de los nuevos recursos el subsidio o el crédito a la demanda, destinado a los estudiantes individualmente considerados, sobre el subsidio a la oferta, destinado a las instituciones, crea una competencia universitaria alrededor de la financiación dominada por la reducción de costos y no por la ampliación de la calidad. La reforma va a agudizar estas características que están deformando la educación superior pública con rasgos propios de las empresas con ánimo de lucro.
5. ¿Acaso en la reforma no se define la educación superior como un derecho?
La primera propuesta de reforma elaborada por el gobierno de Juan Manuel Santos fue criticada por los rectores y las comunidades académicas por reducir la educación superior a su condición de servicio público.
En consecuencia, la Ministra de Educación decidió corregir el error en la nueva versión. La educación superior pasó a ser un derecho, un servicio y un bien público basado en el mérito y la vocación. Sin embargo, el texto de la reforma no desarrolla en ninguno de sus artículos lo referente al derecho.
De acuerdo con la caracterización contemporánea más generalizada, acogida por las Naciones Unidas, el derecho a la educación tiene cinco componentes básicos: la asequibilidad o disponibilidad, la accesibilidad, la adaptabilidad o permanencia de los estudiantes, la aceptabilidad o la calidad y el respeto por la diversidad. Ninguno es garantizado en el proyecto de ley, ni siquiera considerado en sus aspectos más elementales.
¿Cuáles y de qué tipo van a ser las instituciones encargadas de garantizar el aumento de la cobertura de tal forma que se realice el derecho mediante la oferta de diferentes alternativas de calidad? ¿Cómo se le va a garantizar a los estudiantes un acceso en condiciones de igualdad y no de segmentación y diferenciación jerarquizada? ¿Qué políticas públicas de bienestar se van a implementar para evitar la deserción? ¿Quién determina la calidad de la educación superior y mediante qué mecanismos participativos? ¿Cómo se va a garantizar la diversidad étnica y cultural definida por la Constitución Política? Ninguno de estos interrogantes puede ser respondido mediante el texto del proyecto de ley, a menos que se recurra a las virtudes mágicas y azarosas de la fórmula manida: más cobertura con menos recursos relativos.
6. ¿La reforma no estructura por primera vez un sistema de educación superior en Colombia?
El sistema que supuestamente va a organizar la nueva ley es más bien un embrollo o conjunto amorfo donde caben todas las instituciones relacionadas con la educación superior en una unidad sin diferenciaciones internas, sin funciones, sin una estructura jerárquica y sin articulaciones entre los distintos tipos de instituciones y con los otros niveles del sistema educativo en su conjunto.
En este maremágnum educativo solo sobresale la omnipresencia del Estado y de sus dependencias como reguladores absolutos de la amalgama educativa. Todas las IES (Instituciones de Educación Superior) tienen autonomía, sin que nadie se haya preguntado por el origen académico de la misma, basado en la existencia de comunidades académicas productoras de sentido social y societal, y en su fundamento constitucional, limitado a las universidades; la educación terciaria, como la ofrecida por el SENA, que ha servido para aumentar la estadísticas de cobertura y los indicadores de financiación, es rebautizada legalmente como superior; los títulos en los diferentes niveles pueden ser otorgados por todas las instituciones, sin importar los requisitos que debe reunir una comunidad académica para ofrecer programas de maestría y doctorado, siempre y cuando tenga la acreditación de alta calidad, conferida por un gobierno con la obsesión de ampliar la cobertura a toda costa; todas pueden organizarse por ciclos; y los dos organismos sistémicos, el CESU (Consejo Nacional de Educación Superior) y el SUE (Sistemas de Universidades Estatales) son, en el mejor de los casos, cuerpos consultivos sin ninguna incidencia en la adopción de decisiones.
De esta manera, la existencia de comunidades académicas compuestas por miembros con altos niveles de formación (la exigencia mínima del título de maestría para los profesores queda reservada en la propuesta de reforma para las instituciones públicas) y caracterizadas por comprender en su complejidad campos de conocimiento diversos, interactuar permanente con la sociedad y articularse alrededor de la investigación, pierde su relevancia ante cualquier tipo de institución que sea considerada por el Estado como de “alta calidad” y que en consonancia con tal calificación tenga la patente de corso para expedir todo tipo de títulos
Este embrollo no constituye un simple recurso retórico, destinado a producir una eficacia simbólica limitada dentro de la nueva norma; es decir, a generar reconocimiento dentro de algunos sectores de las directivas universitarias o de la comunidad académica que con sentido pragmático pueden ver en él un gran avance hacia la constitución de un eventual sistema a mediados del siglo XXI. Permite además ampliar los ámbitos de intervención del Estado en desmedro de la autonomía universitaria, seguir jugando nacional e internacionalmente con las estadísticas de cobertura y de financiación, al fusionar toda la educación terciaria y superior en la masa de las IES, y convertir la denominación universidad, que contiene una rica historia social, política e institucional, en una especie de título nobiliario postrevolucionario: inútil y con muy poca incidencia práctica.

7. ¿Tampoco hay una ampliación de la autonomía?
Como se dijo con anterioridad, la autonomía se extiende a todas las instituciones de educación superior (IES) sin ninguna diferencia. Fundamentalmente se trata de una autonomía empresarial, de gestión, para rendirle cuentas transparentes a un gobierno que en forma heterónoma define el derrotero del sector y se reserva la facultad omnímoda de reconocer o no a las instituciones que participan en él.
La exclusión de los consejos académicos, conformados en su mayoría por los miembros de las comunidades académicas, de los órganos de gobierno, para incluirlos posteriormente, mediante un eufemismo, como cabezas de una dirección académica supeditada al consejo superior, con las características de una junta directiva, no es sino el símbolo del desprecio por la autonomía universitaria que campea en todo el texto de la reforma.
La función de inspección y vigilancia, de la cual afortunadamente se suprimió la inconstitucional intervención directa en las instituciones que incluso estaba prevista como medida preventiva, centrada en los compromisos de cumplimiento, y en la tipificación abierta e imprecisa de las faltas , tiene más bien las características de una función disciplinaria y de control institucional.
En términos financieros, la reforma mantiene las restricciones presupuestales que atentan contra la autonomía universitaria y, en contra de los fallos reiterativos de la Corte Constitucional, somete los nuevos recursos financieros a condicionamientos gubernamentales.
Al igual que la ley 30, el proyecto del gobierno solo reconoce una autonomía institucional restringida en cabeza de las directivas, que a su vez, en las universidades públicas, seguirán siendo nombradas por Consejos Superiores donde la representación de la comunidad universitaria es claramente minoritaria y la influencia del gobierno nacional o departamental decisiva.
Tampoco se reconoce una autonomía sistémica. En el CESU (Consejo Nacional de Educación Superior) las universidades sólo tienen dos representaciones directas en un conjunto de diez y siete miembros, las del Rector de la Universidad Nacional de Colombia y la del Presidente del SUE, mientras el gobierno tiene seis, incluido el Director del SENA, el denominado sector productivo dos, las asociaciones profesionales uno, y las IES en su conjunto los seis restantes. El CNA, a su vez, estará integrado por miembros nombrados por el CESU, y la CONACES (Comisión Nacional Intersectorial de Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior) por tres miembros del gobierno y uno del sector productivo. Es decir, en la regulación de la calidad de la educación superior no participan las universidades, tampoco el resto de las IES, a menos que lo hagan como invitadas especiales. Solo el SUE (el retórico Sistema de Universidades Estatales) tiene una composición mayoritaria de las universidades, pero para cumplir tareas operativas y de racionalización y optimización de los recursos. La autonomía sistémica no está ni siquiera en los bordes más lejanos del horizonte de sentido de los reformadores y, por consiguiente, las universidades no van a tener la más mínima injerencia en la formulación de las políticas públicas para el sector o en el gobierno externo de las instituciones.
8. De acuerdo con la Ministra, el último proyecto de reforma fue el resultado de una amplia participación de la comunidad académica en el debate.
Los últimos gobiernos, y también las autoridades académicas de las universidades públicas, han ido institucionalizando lo que en teoría política se denomina una simulacra: la participación de la sociedad en debates destinados a legitimar decisiones previamente adoptadas, la cuales solo sufren retoques en virtud del proceso participativo.
Leopoldo Múnera Ruiz
Profesor Asociado
Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales,
Universidad Nacional de Colombia                                                                                                                                                                              Director Observatorio Nacional de Paz
21 de octubre de 2011
 

martes, 8 de noviembre de 2011

"La difícil búsqueda de la autorealización": Leonardo Boff, en El País, de Costa Rica

http://www.elpais.cr/articulos.php?id=56967



La difícil búsqueda de la autorealización

04/11/2011
por Leonardo Boff
Prevalece ampliamente hoy en día una erosión de los valores éticos que normalmente eran vividos y transmitidos por la familia y después por la escuela y la sociedad. Esa erosión ha hecho que las estrellas-guía del cielo quedasen encubiertas por las nubes de intereses dañinos para la sociedad y para el futuro de la vida y el equilibrio de la Tierra.
No obstante esta oscuridad, hay que reconocer también
la aparición de nuevos valores ligados a la solidaridad internacional, al cuidado de la naturaleza, a la transparencia en las relaciones sociales y al rechazo de formas de violencia represiva y de transgresión de los derechos humanos. Pero ni aun así ha disminuido la crisis de valores, especialmente en el campo de la economía de mercado y de las finanzas especulativas. Estas son las que definen los rumbos del mundo y el día a día de los asalariados, que viven bajo la permanente amenaza del desempleo.
Las crisis recientes han denunciado a las mafias de especuladores instalados en las bolsas y en los grandes bancos, cuyo elevado número y capacidad de rapiña del dinero ajeno casi hizo derrumbarse el sistema financiero mundial. En vez de estar en la cárcel, tales bellacos, después de pequeños reajustes, han vuelto al antiguo vicio de la especulación y al juego de la apropiación indebida de los «commons», de los bienes comunes de la humanidad (agua, semillas, suelos, energía, etc.).
Esta atmósfera de anomia y de que todo vale, que se extiende también a la política, hace que el sentido ético quede embotado y, ante la corrupción general, las personas se sientan impotentes y condenadas a la amargura ácida y a la resignación humillante.
En este contexto muchos buscan sentido en la literatura de autoayuda, hecha de trozos de psicología, sabiduría oriental, espiritualidad con recetas para la felicidad completa, todo ello una ilusión, porque no se sustenta ni se apoya en un sentido realista y contradictorio de la realidad. Otros se procuran psicólogos y psicoanalistas que dan consejos mejor fundados, pero en el fondo todo termina con las siguientes recomendaciones: dado el fracaso de las instancias creadoras de sentido, como son las religiones y las filosofías, y habida cuenta de la confusión de visiones del mundo, de la relativización de valores y del vacío del sentido existencial, busque usted mismo su camino, trabaje su Yo profundo, establezca usted mismo referencias éticas que orienten su vida y busque su autorrealización.
Autorrealización: la palabra mágica cargada de promesas.
No seré yo quien combata la autorrealización después de haber escrito El águila y la gallina, una metáfora de la condición humana (Trotta 2002), libro que estimula a las personas a encontrar en sí mismas las razones de una autorrealización sensata. Ésta resulta de la sabia combinación de la dimensión águila y de la dimensión gallina. Cuándo debo ser gallina, es decir, concreto, atento a los desafíos de lo cotidiano, y cuándo debo ser águila que busca volar alto para, en libertad, realizar potencialidades escondidas. Al articular tales dimensiones se crea la posibilidad de una autorrealización exitosa.
Pienso que esta autorrealización sólo se alcanza si incorpora seriamente otras tres dimensiones. La primera es la dimensión de sombra. Cada cual posee su lado autocentrado, arrogante, y otras limitaciones que no nos ennoblecen. Esta dimensión no es un defecto sino un signo de nuestra condición humana. Acoger tal sombra, y cuidar de que sus efectos negativos no alcancen a los demás, nos hace humildes, comprensivos con las sombras ajenas y nos permite una experiencia humana más completa e integrada.
La segunda dimensión es la relación con los otros, abierta, sincera y hecha de intercambios enriquecedores. Somos seres de relación. No hay ninguna autorrealización si se cortan los lazos con los demás.
La tercera dimensión consiste en alimentar un cierto nivel de espiritualidad. Con esto no quiero decir que la persona deba pertenecer a alguna confesión religiosa. Puede ocurrir pero no es imprescindible. Lo importante es abrirse al capital humano/espiritual que, al contrario del capital material, es ilimitado y hecho de valores como la verdad, la justicia, la solidaridad y el amor.
En esta dimensión surge la pregunta inaplazable: ¿Qué sentido tiene al final mi vida y todo el universo? ¿Qué puedo esperar? ¿La vuelta al polvo cósmico o el abrigo en un Útero divino que me acoge así como soy?
Si esta última es la respuesta, la autorrealización traerá profundidad y una felicidad íntima que nadie puede quitar.

COLOMBIA, EL TERCER PAÍS MÁS DESIGUAL DEL MUNDO: ANÁLISIS EN PORTAFOLIO

http://m.eltiempo.com/economia/negocios/impuestos-son-la-clave-para-que-exista-equidad-segun-experto/10713350/1/home


Impuestos son la clave para que exista equidad según experto

Impuestos son la clave para que exista equidad según experto
Ricardo Bonilla es economista, con Maestría en comercio de la Universidad de Rennes (Francia).

Ricardo Bonilla explica por qué el país, pese a haber avanzado, es tercero con mayor desigualdad.

Que el desempleo haya llegado a un dígito, que la esperanza de vida haya crecido en 30 años en el último medio siglo y que varios índices que miden la calidad de vida digan que el país marcha muy bien, no significa que seamos un país equitativo.

Así lo explica Ricardo Bonilla, del Centro de Investigaciones para el Desarrollo de la Universidad Nacional, CID, que habló con EL TIEMPO, a propósito del más reciente informe de Desarrollo Humano del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, que ubica a Colombia como el tercer país más desigual, entre 129 estudiados, y solo por debajo de Haití y Angola.

¿Qué explica que un país en franco ascenso económico aparezca tan mal ubicado?
Porque el indicador de desigualdad tiene sus trampas, un país muy igualitario es Cuba, pero usted ve que, aunque igualitario, allí hay muchas penurias. Una cosa no quita la otra. Colombia tiene unos ingresos más altos pero no ha hecho la tarea en el tema de la desigualdad.

¿Qué tan grande es la brecha?
El 10 por ciento más rico de los colombianos, 4,6 millones, posee el 45 por ciento de la riqueza. Si le sumamos a los segundos más ricos, en total 9 millones, ambos concentran el 61 por ciento de la riqueza. Y esto quiere decir que los 37 millones de colombianos restantes solo tienen acceso al 39 por ciento de la riqueza.

¿Y no incide que hoy haya menos desempleo?
Mire, en 1994 había 14 millones de trabajadores, 8 millones asalariados y 4 millones independientes, el resto patronos, servicio doméstico y familiares. Hoy hay 20 millones, pero 6 millones son asalariados y 9 millones independientes, en estos últimos están las cooperativas de trabajo, los emprendedores que buscan sobrevivir, y esto no es empleo de calidad.

¿Qué factores inciden más en la desigualdad?
Son cuatro principales: la mala distribución de la tierra, hay 3 millones de familias campesinas con solo 5 millones de hectáreas y al otro extremo un grupo de 3 mil propietarios que tienen 40 millones de hectáreas. La concentración del capital accionario, el país tiene 2 millones de accionistas, pero solo 2.000 de ellos tienen el 82 por ciento de las acciones. La brecha en la educación: la escolaridad no es la misma en los ricos que en los pobres. Y la política tributaria, que en Colombia no es progresiva y está erosionada por exenciones, y en eso el gobierno anterior fue un campeón.

¿Por dónde comenzar a solucionar este problema?
Por una real reforma tributaria, progresiva en el impuesto de renta, sin exenciones. Por una reforma agraria, que podría comenzar con la aprobación de la Ley de Víctimas. Y con mucha voluntad política.

domingo, 16 de octubre de 2011

"SEGUNDO PARAISO TERRENAL", ARTURO GUERRERO EN EL COLOMBIANO

http://www.elcolombiano.com/BancoConocimiento/S/segundo_paraiso_terrenal/segundo_paraiso_terrenal.asp


Segundo paraíso terrenal

Arturo Guerrero | Medellín | Publicado el 12 de octubre de 2011
Pinta, Niña y Santamaría, extenuadas, no creen en el horizonte. Esas palmeras punteadas, agua azulísima, gentes aleladas y desnudas y alegres y por entero ajenas. En la orilla el estupor es par. Inmensos árboles con telas siluetean un enigma por encima de su flotación milagrosa, ¿acaso el sol envía mensajeros de plata con alguna recomendación amable?

El tiempo se estira, los navíos superan las olas gracias a migajas de potencia restantes. Hombres de lado y lado aguardan un contacto extrañísimo, ignorantes de que están a punto de multiplicar por dos la realidad. Tamaña gracia no se había dado nunca ni para los barbados de acero ni para los fornidos expectantes cuajados de plumas.

Son prolongados minutos de revelación paulatina que generan encrespamiento en las imaginaciones. Dos universos mentales se debaten sobre las mismas agua y arena. Estos elementos, únicos e infinitos para los ojos blancos de las estrellas, son del todo antagónicos en sentido según los miren los advenedizos o los eternos habitantes tropicales.

En instantes se juega la suerte de miríadas de generaciones. O estos seres humanos se encuentran, se admiran, se interrogan, se enriquecen por parejo, se enamoran. O se huelen, se acorazan, intentan sacar provecho, se engañan, se exterminan.

Sucede que en unos comanda el miedo, apadrinado por la codicia. Y el miedo obnubila, permite ver únicamente peligro y oportunidad, ingredientes a los que están acostumbrados los hijos de un imperio expansivo. A los recién llegados no los mueve ni impulso de humanidad ni curiosidad hacia lo radicalmente otro. Vienen por algo, no por alguien.

Los de la orilla observan, montan cautela, pues son demasiado ellos mismos. La tierra es magnánima en maíz y sal, el agua proporciona alimento sin pausa, el mundo es ancho y no ajeno. Acogerían con viandas a los hambrientos engendros de la niebla, con tal de que estos no muerdan ni quemen ni abran carnes con hierros.

No hay acuerdo en el hallazgo. El milagro se malbarata. Truenan tubos, vuelan flechas, ladran fieras, sangres idénticas riegan el escenario del desembarco de todos los milenios. En esos momentos se torció el destino, lo que pudo ser no fue, siglos futuros lamentarán semejante desperdicio.

Y aquí estamos, herederos de aquel doce de octubre, expulsados unos y otros con espada flamígera, del segundo paraíso terrenal.

domingo, 2 de octubre de 2011

"SEGUNDA CARTA A LAS IZQUIERDAS": BOAVENTURA DE SOUSA SANTOS EN PÁGINA 12, ARGENTINA

http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-178098-2011-10-03.html



EL MUNDO › OPINION

Segunda carta a las izquierdas

 Por Boaventura de Sousa Santos *
La democracia política presupone la existencia del Estado. Los problemas que vivimos hoy en Europa muestran dramáticamente que no hay democracia europea porque no hay Estado europeo. Y porque muchas prerrogativas soberanas fueron transferidas a instituciones europeas, las democracias nacionales hoy son menos sólidas porque los Estados nacionales son post–soberanos. Los déficit de las democracias nacionales y el déficit democrático de Europa se retroalimentan y se agravan porque, mientras tanto, las instituciones europeas decidieron transferir a los mercados financieros (es decir, a media docena de grandes inversores, al frente de los que está el Deutsche Bank) parte de las prerrogativas transferidas a ellas por los Estados nacionales. Al ciudadano común hoy le será fácil concluir (lamentablemente sólo hoy) que fue una trama bien urdida para incapacitar a los Estados europeos de desempeñar tanto sus funciones de protección de la ciudadanía contra riesgos colectivos como de promoción del bienestar social. Esta trama neoliberal ha sido urdida en todo el mundo, Europa sólo tuvo el privilegio de ser “tramada” a la europea. Veamos cómo sucedió.

Está en curso un proceso global de desorganización del Estado democrático. La organización de este tipo de Estado se basa en tres funciones: la función de confianza, por medio de la cual el Estado protege a los ciudadanos contra fuerzas extranjeras, crímenes y riesgos colectivos; la función de legitimidad, a través de la cual el Estado garantiza la promoción del bienestar, y la función de acumulación, con la cual el Estado garantiza la reproducción del capital a cambio de recursos (tributación, control de sectores estratégicos) que le permitan desempeñar las otras dos funciones.

Los neoliberales pretenden desorganizar el Estado democrático a través de la inculcación en la opinión pública de la supuesta necesidad de varias transiciones.

Primera transición: de la responsabilidad colectiva a la responsabilidad individual. Según los neoliberales, las expectativas de la vida de los ciudadanos derivan de lo que ellos hacen por sí mismos y no de lo que la sociedad puede hacer por ellos. En la vida tiene éxito quien toma buenas decisiones o tiene suerte, y fracasa quien toma malas decisiones o tiene poca suerte. Las condiciones diferenciadas de nacimiento o de país no deben ser significativamente alteradas por el Estado.

Segunda transición: de la acción del Estado basada en la tributación a la acción del Estado basada en el crédito. La lógica distributiva de la tributación le permite al Estado expandirse a costa de las ganancias más altas, lo que, según los neoliberales, es injusto, mientras que la lógica distributiva del crédito obliga al Estado a restringirse y a pagar todo a sus acreedores. Esta transición garantiza la asfixia financiera del Estado, la única medida eficaz contra las políticas sociales.

Tercera transición: del reconocimiento de la existencia de bienes públicos (educación, salud) e intereses estratégicos (agua, telecomunicaciones, correos) que deben ser cuidados por el Estado a la idea de que cada intervención del Estado en un área potencialmente rentable es una limitación ilegítima de las oportunidades para el lucro privado.
Cuarta transición: del principio de la primacía del Estado al principio de la primacía de la sociedad civil y del mercado. El Estado es siempre ineficiente y autoritario. La fuerza coercitiva del Estado es hostil al consenso y a la coordinación de los intereses y limita la libertad de los empresarios, que son quienes crean riqueza (a los trabajadores no se los menciona). La lógica imperativa de gobierno debe ser sustituida en la medida de lo posible por la lógica cooperativa de gobierno entre intereses sectoriales, entre ellos el Estado.

Quinta transición: de los derechos sociales a la filantropía y a las ayudas en situaciones extremas de pobreza o incapacidad. El Estado social exageró la solidaridad entre ciudadanos y transformó la desigualdad social en un mal cuando, de hecho, es un bien. Entre quien da limosna y quien la recibe no hay igualdad posible, uno es sujeto de la caridad y el otro es objeto de ella.

Ante este perturbador recetario neoliberal, es difícil imaginar que las diferentes izquierdas no estén de acuerdo sobre el principio “mejor Estado, siempre; menos Estado, nunca”, y que de eso no saquen conclusiones.
* Doctor en Sociología del Derecho.
Traducción: Javier Lorca.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

LA HISTORIA DE MOGOTES, UN PUEBLO ARMADO DE CORAJE CONTRA LA VIOLENCIA

http://www.eltiempo.com/justicia/la-paz-tambien-se-premia_10444644-4

Publicado en El Tiempo:


Un municipio con su propia Constituyente / Premio Nacional de Paz

Mogotes
Imagen de la plaza central de Mogotes, municipio santandereano.
Foto: Archivo

Esta es una de las crónicas de colombianos que se armaron de coraje en contra de la violencia.

Hasta el 10 de octubre están abiertas las postulaciones al Premio Nacional de Paz 2011, otorgado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, EL TIEMPO Casa Editorial, Caracol Radio, Caracol Televisión, Revista Semana, Proantioquia y Fescol.

Las bases de la convocatoria y el formulario de inscripción están disponibles en la página www.fescol.org.co. Los aspirantes deben enviar sus propuestas en la sede de Fescol (Calle 71 No. 11 - 90) en Bogotá.

El galardón se otorga desde 1999 a una o varias personas o entidades que hayan contribuido de manera destacada a concretar y realizar procesos exitosos de paz que aporten a procesos de reconciliación y apoyo a las víctimas.

Esta es la historia del Pueblo Soberano de Mogotes, el primero en recibir este premio. Fue publicada en el 2010 en el libro 'Crónicas. Premio Nacional de Paz'.

Los Soberanos
La casa soberana es ahora silencio; desde el solar vienen los gorjeos de copetones, cadilleros y palomitas y en la cocina suena bajo un vallenato. Flor Figueroa limpia los asientos que bordean el patio interior. Lo hace pese a que desde hace cuatro años nadie los ocupa. Son sillones abultados, taburetes de espaldar recto y sillas livianas donde antes pasaban las tardes de domingo los miembros del comité operativo de la Asamblea Municipal Constituyente de Mogotes (AMC). Ahora ellos, los soberanos, van de uno en uno, de tarde en tarde y prefieren charlar en la cocina o en el patio trasero repleto de flores. En estos tiempos hablan en privado de duelos, viajes, enfermedades, tierras y animales. Antes, cuando llegaban los dieciséis se sentaban en círculo y hablaban de política.

Es domingo 2 de agosto y en Mogotes celebran misa a las diez. Flor Figueroa va a la ceremonia con fervor ¿porque Dios no es responsable de los actos de los sacerdotes ¿dice, y la bacterióloga practicante que vive en una de las habitaciones de la casa se dirige a la morgue del hospital donde yace el cadáver del segundo hombre asesinado en Mogotes en este 2009. Un rayo de sol entra por el postigo entreabierto y la casa parece menos sola.

También hay mercado en Mogotes. Los campesinos abarrotan las tiendas en busca de sal, aceite, jabón, harina y algunos granos antes de escuchar el sermón y luego tomar rumbo a las veredas. Hace cuatro años no tenían tanta prisa cuando era domingo de asamblea. Doscientos de ellos aplazaban compras y regresos para cumplir la cita ciudadana en el teatro Nazaret. Al final de la tarde, Mogotes era todavía una muchedumbre capaz de oponerse a la violencia, la corrupción y la pobreza con palabras y acciones.

Yolanda Díaz espera el bus que la llevará a Chuchiquirá, vereda a la que representó en la Constituyente y donde es líder de las juntas de acción comunal, del acueducto y de los fiqueros.
Su afán es regresar a la casa antes del medio día para abrir la tienda que le completa el sustento. Como es domingo, los campesinos paran en su fonda y piden maltas, gaseosas y cervezas; en semana procesa el fique que cultiva en hectárea y media de tierra familiar.

A esos oficios se dedica desde que el proceso constituyente entró en receso. ¿Nosotros creíamos que éramos de hierro, pero las agresiones nos hicieron mella ¿confiesa, y luego reflexiona¿: Aquí ya saben que uno piensa diferente y por eso los que nos reuníamos en la casa soberana estamos señalados. Yo digo que simplemente tenemos identidad.

El bautizo
Las campanas llamaron a misa el 20 de diciembre de 1997. Los mogotanos, sobrevivientes de los nueve días de pánico que siguieron al ataque guerrillero del 11 de ese mes, tomaron las empedradas calles rumbo a la catedral.

Los pasos los llevaron sobre las huellas de la metralla disparada por 150 guerrilleros del frente Efraín Pabón del Eln; trajeron el recuerdo de Ana Duarte, Ofelia Rojas, Álvaro Bautista, Luis Leal y Luis Alfonso Torres, las dos civiles y los tres policías asesinados durante el enfrentamiento; e inspiraron rezos por la vida de Doryam Giovanny Rodríguez Avellaneda, el alcalde de apenas 23 años secuestrado por los subversivos para juzgarlo por continuar las prácticas de su padre Luis Alberto Rodríguez, a quien los guerrilleros señalaron de esquilmar las arcas municipales en cuatro periodos de gobierno.

En la iglesia, durante el colofón de la toma pacífica del poblado en la que participaron unas 3.000 personas, el miedo cedió ante las palabras de los sacerdotes que infundieron dignidad y valor frente a la primera toma guerrillera a un municipio de la provincia de Guanentá, Santander.

Ese día en Mogotes circuló un comunicado recio en el que Leonardo Gómez Serna, Obispo de Socorro y San Gil, y Ernesto Serrano Rueda, Vicario General, denunciaron y rechazaron la violencia ejercida por el Eln, la corrupción de los dirigentes políticos en el poder, la complacencia de algunos líderes que frente a malos manejos sacaron provecho y la negligencia de las autoridades que debían investigar y no lo hicieron.

En consecuencia con lo expuesto, los sacerdotes solicitaron a los insurgentes respetar la vida de todos y dejar en libertad al Alcalde; sugirieron a los funcionarios de la alcaldía renunciar; pidieron a los grupos políticos enfrentados con el Alcalde abandonar el debate, abstenerse de participar en las siguientes elecciones y permitir que las organizaciones cívicas y comunitarias lideraran una elección libre y soberana de representantes y gobernantes.

¿Sugerimos ¿agregaron los religiosos en el mensaje público¿ a todos los ciudadanos y ciudadanas mogotanos, que en un acto de conciencia y de responsabilidad se declaren en desobediencia civil con la presente administración y con todos los grupos políticos que han manejado los intereses, las instituciones y los recursos del municipio, e instalen una asamblea local que conduzca a Mogotes en este momento, hasta que todo finalice en unas elecciones libres, transparentes y verdaderamente democráticas.

Las palabras del Obispo avivaron el fuego de la tradición comunera de Mogotes. Él, ordenado en el auge de las ideas revolucionarias del cura Camilo Torres y tocado por el llamamiento de Golconda-Buenaventura firmado en 1968 por cincuenta sacerdotes comprometidos con la defensa de los pobres, expuso que un pueblo sólo puede gobernarse con justicia si se hace soberano. Ese fue el mensaje que envió, el camino que señaló.

¿Nosotros conocimos el planteamiento de la Iglesia antes de la marcha del 20 ¿relata José Antonio Díaz, líder soberano¿. Unas 50 personas nos reunimos con los sacerdotes al otro día de la toma pensando en qué hacer. Se lanzó la idea de una marcha pero nosotros no podíamos solos. La Iglesia era la única que podía hacerle un llamado la subversión. Entonces los que estábamos ahí dijimos que la Iglesia era la única que podía ayudar y los religiosos nos escucharon.

Un sacerdote misionero, formado en el seminario de Yarumal bajo la consigna de San Lucas "A evangelizar a los pobres me envió el Señor", fue designado para acompañar a Mogotes. Joaquín Mayorga, curtido en resolución de conflictos, algunos de ellos con actores armados en Buenaventura y Santander, propuso las primeras preguntas: ¿por qué se dio la toma guerrillera?, ¿cuáles son las consecuencias de esa acción?, ¿qué es necesario hacer? Un grupo de líderes salió por calles y veredas a construir las respuestas con las voces de los ciudadanos.
Mientras los laicos avanzaban en la pesquisa social a través de asambleas vecinales, los curas se acercaron a los grupos armados. Joaquín Mayorga, hoy en el exilio, cuenta que buscó acercamientos con la guerrilla: ¿Usando la figura de los diálogos pastorales buscamos la liberación del Alcalde. El ELN estaba radicalizado, al retener al muchacho quería obligar a su padre a presentarse para ajusticiarlo por corrupción.

Después de tres meses de conversaciones con el frente Efraín Pabón, mediante los líderes del frente Domingo Laín, el Alcalde recobró la libertad el 3 de abril de 1998 y se comprometió a renunciar al cargo, a no participar más en política, a desistir de apoyar grupos paramilitares y a abandonar Mogotes con sus padres.

A la liberación del Alcalde, considerada el primer logro del trabajo en comunidad, se sumó el diagnóstico. Según las indagaciones y tal como lo cuenta hoy Joaquín Mayorga, tres ejes soportaban el conflicto. Frente a la violencia ejercida por la guerrilla, los paramilitares y el Ejército, las familias abandonaban las tierras, guardaban silencio o se unían con uno de ellos. La corrupción la encaraban lamentándose, aliándose con el poderoso o denunciándolo pese a no creer en la justicia. Y la pobreza los llevaba a emprender proyectos productivos que casi siempre fracasaban, tras lo cual sólo les quedaba emigrar para no caer en la indigencia.

Una Asamblea Municipal Constituyente fue la figura creada para institucionalizar un proceso que ya se conocía en la cabecera municipal y en las 29 veredas de Mogotes. La Constituyente fue creada para "trabajar por el desarrollo integral, la construcción de la paz y el ejercicio libre de la soberanía popular". Los 240 delegados, organizados en doce comisiones, coordinados por quince representantes y presididos por tres personas, se reunieron para instalar la asamblea el 6 de abril de 1998, y esta emitió su primer mandato soberano. Solicitó, mediante una consulta popular, que el Alcalde recién liberado renunciara. El 27 de abril, 4.474 ciudadanos, de un total de 4.880 votantes, apoyaron la propuesta de la AMC. Este resultado y la renuncia del Alcalde el 9 de mayo siguiente le dieron al pueblo una fortaleza política desconocida hasta entonces en Colombia.

La comunión
José Antonio Galán yacía en la mesa de comer de la casa del cura de Mogotes. No había muerto por el arcabuz de la corona española, ni descuartizado por los verdugos, ni exhibidos su cabeza, sus manos y sus pies en Guaduas, El Socorro, San Gil, Charalá y Mogotes. Yacía con su carne hecha pan: harina, huevos, mantequilla, sal y levadura al fuego. El líder comunero era un extraño cuerpo diseñado y horneado por partes según los imaginarios de cada soberano y a diferentes temperaturas.

El cura no dijo cuerpo de Cristo para inducir a los soberanos a la comunión. Simplemente la ofreció y ellos, dieciséis, tomaron trozos y los llevaron a sus bocas. Los masticaron, supongo, como jamás lo habrían hecho con la hostia fabricada apenas con harina y agua. Entraron en unión mística con el líder que perdió la vida 217 años atrás, como agitador de la Revolución Comunera. Invocaron el coraje con que él defendió los derechos de indígenas, negros y mestizos y le pidieron al Espíritu Santo los bañara con sabiduría para guiar a su pueblo.

Los que comulgaron no eran criollos asfixiados por el control a los cultivos de tabaco y la producción de aguardiente o inmovilizados por la prohibición del trueque como lo fueron los primeros comuneros. Eran ciudadanos colombianos agobiados por guerrilleros y paramilitares que secuestraban, extorsionaban, masacraban y destruían; birlados por administradores locales corruptos, hegemónicos y autoritarios; empobrecidos por los bajos precios del fique, fibra natural reemplazada por hilos sintéticos duraderos y baratos. Eran los líderes de la AMC de Mogotes, los que fueron elegidos por más de dos centenares de conciudadanos para que los representaran en la máxima instancia de gobierno, los que se disponían una tarde de 1998 en unión política y religiosa a cumplir una misión escrita en decenas de cartulinas: "Con la Biblia y la Constitución, haremos la revolución".

Un poder simbólico ungió a los soberanos, quienes recuerdan la convicción y el valor con el que, como miembros del comité operativo, encararon la misión de hacer de Mogotes un pueblo soberano.

José Antonio Díaz, aún convaleciente después de un infarto, revive el momento: ¿Estábamos tan convencidos que no creíamos que pudieran detenernos. Queríamos hacer todo bien y rápido. Yo me entregué al proceso. Álvaro Abril, maestro desde hace 33 años y experto en los dramas de los más pobres, reconoce cuál fue su inspiración: ¿Me animó el valor del campesino que viajaba horas en bestia para llegar a la reunión. Y si ellos, la mayoría pobre y sin educación, trabajaban por su pueblo, ¿por qué yo no iba a hacerlo si tenía mejores condiciones en muchos sentidos?
Carmenza Rojas, quien perdió a su hermana menor en la toma guerrillera, se declara convencida de la necesidad del cambio social en Colombia y dice: ¿Yo me dediqué a la Asamblea de día y de noche, en semana y los domingos. Leonardo Padilla recuerda por qué se unió al proceso mientras repasa las actas de la Asamblea en su computador portátil: ¿Yo fui soldado y uno del Ejército sale con el cerebro lavado, a uno le construyen pensamientos para la guerra. Yo escuché a los líderes en 1998 y me quedé con ellos convencido de que era posible cambiar nuestro destino.

Héctor Zanguña maniobra la cabrilla de su autobús rumbo a San Gil y rememora su niñez huyendo de los conservadores en los brazos de su padre. ¿Porque he sufrido la persecución política estaba seguro de que un proceso democrático era sano para todos ¿confiesa. Yolanda Díaz, ya en el bus que la llevará a su casita azul reflexiona: ¿Yo estaba convencida de que teníamos responsabilidades en todo lo que pasaba y que como ciudadanos debíamos actuar. A mí, por ejemplo, me tocaba enfrentar a mi papá; en cosas de política éramos agua y aceite.

Las palabras de Joaquín Mayorga, pronunciadas con la energía de los expertos en el púlpito, son útiles para sintetizar las vocaciones de cientos de mogotanos: ¿Teníamos la fuerza para emprender un proceso subversivo en el sentido de que en Colombia nunca el pueblo se había gobernado realmente y la oportunidad de hacerlo en Mogotes estaba dada. Así que emprendimos un proceso que sin ser ilegal no estaba enmarcado totalmente por las leyes. De eso nos dimos cuenta después. Nos acogimos al artículo 3 de la Constitución y ejercimos la soberanía.

En la voluntad del pueblo se cimentaron los mandatos soberanos, algunos de ellos inéditos en la historia de la democracia colombiana: las papeletas para la revocatoria del mandato del alcalde llevaban los nombres y las firmas de los sufragantes, que podían ser todos los mayores de quince años. Los servidores públicos debían ser honestos, conciliadores, capacitados para manejar lo público, políticamente imparciales, sencillos, serviciales, alegres, de buen genio y acogedores de la palabra de Dios.

Los candidatos a cargos de elección pública debían inscribirse ante la AMC. El candidato que resultara elegido estaba obligado a desarrollar el plan de gobierno elaborado por la Asamblea que, además, oficiaba como primera dama. Tomando como espejo el movimiento cooperativo, en torno al cual se organiza la vida de muchos pueblos en Santander, las jerarquías municipales cambiaron: el alcalde era considerado el gerente del municipio y los ciudadanos, asociados. Por lo anterior, el mandato del alcalde se reconocía sólo por un año, al cabo del cual era sometido a evaluación.

Además, la AMC participó en la elaboración del Esquema de Ordenamiento Territorial, organizó veedurías para el gasto público, nombró comisiones para elaborar proyectos económicos dirigidos a las comunidades más pobres y eligió voceros para reunirse con procuradores, gobernadores, obispos, grupos alzados en armas y agentes de organizaciones internacionales.

El 26 de julio de 1998, después de una campaña regida por principios éticos emanados de la Asamblea, José Ángel Gualdrón se convirtió en el primer alcalde de la nueva era de Mogotes.
Surgido del seno del proceso constituyente, el primer gerente del municipio ejecutó el plan de gobierno elaborado por el pueblo en las asambleas locales, trabajó en conciliación con el Consejo Municipal, rindió informes permanentes a las veedurías, alentó el trabajo social liderado por la Iglesia y tuvo el honor de recibir a decenas de visitantes colombianos y extranjeros que viajaron hasta Mogotes para conocer al pueblo ganador del Primer Premio Nacional de Paz en 1999 y, luego, sede de la presentación del programa Cien municipios por la paz.

La crucifixión
¿Quiénes fueron los autores?, ¿a qué horas lo hicieron?, ¿cuál fue el orden de la ejecución? Son algunas de las preguntas para las que no hay respuestas. Sólo se sabe que apenas abrió la mañana luminosa y fría de Mogotes, 16 patevacas del parque principal ya estaban decapitados.
La noticia entró a cafés y panaderías; se filtró por postigos, pasó de largo por los corredores y llegó a las cocinas; pegó en el hospital, en los colegios y en el cementerio; llegó al teatro, a la emisora y a los billares; pasó por el asilo de ancianos y llegó al albergue de las niñas; gritó en peluquerías, sacudió los expendios de carne, silenció la cooperativa; hizo eco en la capilla de la vieja normal, subió por carreteras, atravesó los sembrados de pencas y se conoció en las veredas. Los 13.000 mogotanos se turbaron con el mensaje y los soberanos entraron en pánico.
El mensaje se dirigía a los 16 miembros del comité operativo de la Asamblea (quince laicos y el padre Mayorga), los mismos que completaban cinco años representando al poder soberano. La imagen de los árboles descopados se convirtió en el símbolo de la
clausura del proceso constituyente de Mogotes, en el fin de una serie de amenazas, intimidaciones y ataques de los enemigos de la soberanía del pueblo, en el comienzo de los relatos fragmentados que los soberanos reconstruyen hoy como recuerdos y que todavía les producen taquicardias e insomnios.

Cinco días después de la toma, la madre del Alcalde secuestrado acusó al cura de Mogotes de incitar al Eln a perseguir a su familia.

Con sus declaraciones al periódico 'Vanguardia Liberal', Ligia Avellaneda marcó el tono de un señalamiento que aún pesa sobre quienes por esos días seguían a los sacerdotes en la búsqueda de un camino para que Mogotes alcanzara la paz. Todos, campesinos o curas, maestros o artesanos, transportadores o empleados, cargan todavía con la acusación de ser guerrilleros.
Las coincidencias entre algunos apartes del comunicado del Obispo conocido el 20 de diciembre de 1997 y los planteamientos expuestos por el Eln en un panfleto que distribuyó en enero de 1998 en Mogotes, reafirmaron a quienes habían levantado el dedo acusador.

Curas y guerrilleros escribieron en contra de la corrupción en el manejo de los dineros públicos y pidieron la renuncia de todos los funcionarios de la Alcaldía. La guerrilla agregó el reconocimiento de tener en su poder al Alcalde y la prohibición a los ciudadanos de unirse a las Convivir.

Apenas nació la AMC, que se gestó con él ánimo de la Iglesia católica en torno al análisis y solución de la corrupción, la violencia y la pobreza, ya estaba marcada por sus enemigos con el sello del Eln. A esa impronta acudieron los opositores del proceso: militares, políticos locales convertidos en gamonales, paramilitares, ciudadanos incómodos con mandatos soberanos, delincuentes comunes que pescaron en río revuelto y, paradójicamente, la misma Iglesia que le dio vida.

El mayor general Fernando Roa Cuervo y el general Tobías Durán Quintillana señalaron a la Asamblea de tener nexos con la guerrilla para quitarle fuerza al movimiento social. El primero dijo que el segundo se apuró a declarar que la consulta para pedir la renuncia del Alcalde había sido manipulada por el ELN, y el segundo que el ELN sacaba provecho del movimiento de Mogotes pues obedecía a intereses similares a su lucha.

No valieron las declaraciones del Obispo en contra de tales afirmaciones ni sus denuncias por los abusos de la fuerza pública en la población. Los uniformados protagonizaron escaramuzas y recorridos por las veredas haciéndose pasar por guerrilleros, allanaron casas campesinas, detuvieron sin orden judicial a un campesino, hermano de una delegada a la Asamblea, y lo presentaron como auxiliador de la guerrilla, poseedor de una granada y de un camuflado del Ejército.

Para mayo de 1998, a sólo un mes de instalada la Asamblea, cada soberano ya cargaba con su lápida, dice el padre Joaquín Mayorga para ilustrar hasta dónde llegaban los señalamientos. El mismo Obispo Gómez Serna denunció, el 20 de mayo, haber recibido un sufragio. Ese mensaje anónimo acrecentó los miedos, pues una amenaza para el máximo jerarca de la fe católica de la región era un mensaje para todos. Detrás del sufragio llegaron chismes, boletas, insultos, exclusiones y hasta un panfleto en el que acusaban a algunos soberanos de atracar buses, ganar dinero con el mercado del sexo, rezar de día y pasar la noche en los campamentos de la guerrilla, robar dinero de los cafeteros y vaciar las arcas del hospital.

En medio de estas aguas agitadas, la AMC de Mogotes recibió el Premio Nacional de Paz el 21 de octubre de 1999. Acontecimiento que sin duda le dio aliento, fortaleza y valentía para llegar a octubre de 2000, cuando sucedieron dos hechos transcendentales. El 11 de ese mes, los soberanos durmieron tranquilos. Lograron, durante tres días, ser espléndidos anfitriones de la presentación nacional e internacional del proyecto Cien municipios por la paz.

Pero al día siguiente volvió la zozobra cuando el ELN asesinó a Luis Alberto Rodríguez Vargas, el gamonal del pueblo, el padre del Alcalde vencido en la consulta, el mismo a quien los soberanos ubicaron en la otra orilla de la política7.

El asesinato del hombre que por casi dos décadas dominó a Mogotes también condenó a muerte a la Asamblea. Los no pocos seguidores del viejo dirigente conservador señalaron a los soberanos de estimular y auspiciar el crimen. Y ellos, abatidos por el miedo, se encerraron en sus casas a masticar su pánico y a esperar.

Unas horas antes del sepelio, el padre Mayorga, después de interrumpir un viaje al exterior y pese a los deseos de la familia en duelo de no verlo en la ceremonia y a la prohibición del Obispo de ir al pueblo, llegó a la casa cural y se encerró. Desde allí le anunció al país que comenzaba un ayuno hasta que el ELN, las Farc, los paramilitares y el Ejército manifestaran públicamente su respeto por la Asamblea, los constituyentes renovaran su compromiso político y la familia Rodríguez Avellaneda anunciara que no tomaría venganza.

Ocho días después y con las declaraciones escritas de todos los actores -incluida una petición de perdón del Eln por dañar el proceso- abandonó su huelga de hambre y se dispuso a la defensa de Pedro Neira, presidente colegiado de la Asamblea, encarcelado por su presunta participación en el crimen. Ocho meses tardó el juicio que exoneró al campesino de responsabilidades, quien, con su boleta de libertad en la mano, fue a Mogotes, vio sus calles por última vez y salió con su familia y sin un peso a buscar otro pueblo donde plantar su vida.

En las siguientes elecciones para alcalde, el 29 de julio de 2001, ganó el conservador Norberto Tijo quien, al cerrar su discurso de posesión ante la Asamblea, dijo: ¿A mí sí me toca trabajar con los partidos políticos. Si no trabajo con los partidos, Mogotes sigue atrasado. Pues, ¿cómo vamos a conseguir los recursos para el desarrollo de Mogotes? Ustedes saben que los presupuestos nacionales los dirigen los partidos liberal y conservador, principalmente. Los congresistas son de esos partidos y si uno no cuenta con ellos es muy difícil conseguir recursos. El gerente que estamos posesionando hoy, tiene que ser un gerente que haga gestión, que consiga recursos para Mogotes. Muchas gracias.

Con esas palabras, Tijo anunció el regreso de la vieja forma de hacer política. Lo demás fue como agua que corre por su cauce: el Alcalde aprobó el presupuesto por decreto; se encargó de dividir al Concejo para sacar ventaja; sometió a los constituyentes campesinos al rigor del hambre para que cambiaran de bando y estos sucumbieron, pues la AMC no pudo concretar proyectos para disminuir la pobreza; desconoció el llamado de la Asamblea a rendir cuentas, acusó a los soberanos de usar métodos violentos para ejercer veedurías y logró que el pueblo se fraccionara nuevamente. Si antes los mogotanos estaban divididos entre conservadores y liberales o entre seguidores de los Blanco y de los Rodríguez, ahora lo estaban entre los soberanos y los seguidores de Tijo.

Así, la Asamblea, en lugar de aglutinar a todos los ciudadanos, fue un motivo para la reaparición del sectarismo.

A los ojos de las altas jerarquías de la Iglesia debía ser intolerable que un pequeño grupo de sacerdotes estuviera en el centro de un violento torbellino político, en lo que se había convertido Mogotes. No de otra manera se entiende el traslado del Obispo Gómez Serna a la diócesis de Magangué el 18 de diciembre de 2001, y el relevo de todos los sacerdotes que intervinieron en la AMC. Unos fueron enviados a Bogotá; algunos, a otras provincias de Santander; y Joaquín Mayorga, a hacerle compañía a Gómez Serna en la conflictiva región del sur de Bolívar de donde salió hacia el exilio. Monseñor José de Jesús Pimiento -ya retirado, conocido por sus posiciones ultraconservadoras y nombrado administrador apostólico de Socorro y San Gil- fue el encargado de firmar con su puño y letra la salida de Mayorga de su diócesis de origen.

Los soberanos quedaron en la orfandad. Sin los sacerdotes que fueron guías espirituales y políticos se sentían desprotegidos. ¿Algo pasa en el seno de la Iglesia ¿decían apenas. Así, en la impotencia los tomó otra tragedia.

El 14 de julio de 2002, a eso de las seis y treinta de tarde, llegó al parque la noticia. En el asilo de la Hermanas de los Pobres había sido asesinada la hermana Marta Inés Vélez Serna, líder soberana, capaz de manejar un tractor, abrir un potrero, ordeñar animales y dar su vida por los ancianos y las niñas de su hogar. Caía la tarde cuando dos encapuchados forzaron los candados, ingresaron preguntando por la hermana y al verla le dispararon en varias oportunidades. Recibió dos impactos de bala calibre 7.65. El que entró por el cuello, la mató.

El pueblo cayó en la tristeza. Entonces se supo que desde meses atrás un grupo armado la hostigaba: robó los peces de su estanque, se acercaba a sus ventanas a media noche y paseaba por los jardines amparado en la oscuridad. Algunos ciudadanos de Mogotes organizaron brigadas para pasar en vela cuidando el sueño de ancianos, niñas y monjas. Aunque en el pueblo circulan varias versiones sobre el crimen y algunas de ellas lo asocian con una venganza de una de sus protegidas que fue acusada de hurto, el Observatorio de los Derechos Humanos de Colombia relaciona este crimen con el conflicto armado.

Así como un sacerdote dio vida a la Asamblea Municipal de Mogotes, otro fue el encargado de pronunciar el discurso de su defunción. El padre Jorge Velandia Rodríguez, crítico del proceso de Mogotes desde su gestación, fue el encargado de marcar el punto final, de anunciar que la Iglesia abandonaba el proceso, de asestar el golpe mortal, de romper los ya delgados hilos de confianza. Ocurrió el Viernes Santo de 2003 cuando, ante miles de personas, el sacerdote les dedicó a los soberanos la reflexión inspirada: ¿Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen ¿primera palabra de Jesús en agonía. Después de mandarlos a callar, sentenció¿: A partir de este momento la Asamblea queda muerta y enterrada. Los soberanos recuerdan que agacharon la cabeza pues se sintieron humillados, traicionados, abofeteados.

La soledad
Al caer la tarde del domingo, Mogotes se entristece. Una luz rojiza bordea las montañas, algunos niños juegan en el parque y Flor Figueroa observa, ahí mismo, el lugar donde está enterrado el pie izquierdo de José Antonio Galán. Regresa del hogar del anciano, de rendirle un homenaje a la monja asesinada, y recuerda los círculos que alrededor de los restos de Galán marcaban los soberanos al caminar. Ella dice que no se arrepiente de haberle abierto su corazón y su casa a la AMC y que agradecería que alguien quisiera retomar el camino. Quiere descansar, cuidar sus flores, caminar en las madrugadas y, como dice, esperar a que Dios disponga de su destino.

José Antonio Díaz se acerca lento, no quiere forzar su cuerpo pues lo necesita para ver crecer a su familia y a sus alumnos del liceo. Le sonríe a Flor con la complicidad de viejos aliados. ¿Nosotros arriesgamos la vida en esto. No sabíamos la dimensión de lo que estábamos haciendo y terminamos hablando con la gente del monte, con los de las cárceles de máxima seguridad, tratando de proteger al pueblo y apenas lo logramos por momentos. Yo no quiero trabajar más porque todavía siento el temor que me produjeron los allanamientos, las citaciones de la Fiscalía y el dolor de ver que podía perder a mi familia.

Leonardo Padilla pasa veloz. Desde anoche ha cantado en cinco fiestas y se le ve exhausto. Trae y lleva fotocopias. A dicho que gracias a la Asamblea terminó la primaria, el bachillerato y está estudiando administración pública; que por ella se hizo concejal y que será alcalde de Mogotes para cumplir la meta de ver a su pueblo saliendo de la pobreza y en paz. Quiere retomar la tradición de la AMC para crear un nuevo proceso pero aún no sabe hacia dónde y tampoco cómo hacerlo.

En bicicleta llega Álvaro Abril, maestro rural y padre de dos muchachos universitarios. Recuerda que sobrevivió a las épocas tétricas repitiendo: ¿Si Dios está conmigo, nadie puede contra mí. ¿Rememora con nostalgia, lo delata la sonrisa, los domingos de asamblea, las mañanas que pasaba explicando en su vereda los derechos ciudadanos. Pero ya no tiene la misma energía, quiere jubilarse, dejar la escuelita y dedicarse, como lo hace las tardes de domingo, a vender oxígeno líquido, la maravilla farmacéutica que promete curar todos los males y hacer realidad el sueño de la eterna juventud.

A Carmenza Díaz no le pasa el dolor por la muerte de su hermana. ¿Para qué sirvió tanto sacrificio?, se pregunta al regreso de su escuela donde hoy, día de descanso, hubo ágape. Y narra las noches en vela porque recibía llamadas amenazantes o amedrentaban a sus hijos en Bucaramanga, o atemorizaban a su esposo cuando iba al campo a darle vuelta a sus abejas, o ideando fórmulas para sostener económicamente la Asamblea. ¿Cada encuentro costaba un millón de pesos y nosotros sin un centavo ¿se queja¿. Una vez ya debíamos tres millones, entonces un señor aportó una novillona para rifar y así nos recuperamos. Y ahora no duermo pensando qué hacer con los 50 millones del Premio Nacional de Paz que todavía están en la cooperativa.

Héctor Zanguña sigue convencido de que la AMC no debió excluir a los partidos políticos tradicionales. Él, liberal de nacimiento, insiste en que no quiere volver a ver cómo con un machete traspasan el cuerpo de un bebé del enemigo e izan el cadáver. Por eso apoyaría la reactivación de un proceso más abierto. Yolanda Díaz, a punto de llegar a la ventanita donde despacha cervezas y refrescos, declara que está en vela para seguir: ¿Yo tuve muchas pesadillas, pero estoy viva y debemos responderle a los 1.200 votos de opinión que, creo yo, tenemos todavía.

Al padre Joaquín Mayorga le daría gusto escuchar las palabras de su pupila porque él, pese a las persecuciones y castigos, cree que a Colombia hay que fundarlo desde abajo, como intentó hacerlo Mogotes.

¿Desde la distancia en tiempo y geografía ¿dice Joaquín Mayorga¿ fue desacertado ayudar a la gente a embalarse en un proceso de alto contenido político. No medimos las consecuencias de lo que pasaría cuando llegaran otros sacerdotes. Es de pensar que a los sacerdotes de relevo los mandaron a acabar el proceso, pero la gente no merecía eso. Merecía modificaciones, ajustes, cambios, rectificaciones pero no ese tratamiento tan cruel. La actitud de la Iglesia generó rabia, tristeza y ganas de odiar. Cuando pueda volver a Mogotes, les explicaré el trasfondo de esta historia y les recordaré que después del Viernes Santo siempre llega el Domingo de Resurrección.

Por Patricia Nieto
Comunicadora social, periodista y magíster en Ciencia política de la Universidad de Antioquia, Colombia. Estudiante del doctorado en Comunicación de la Universidad Nacional de La Plata. Profesora de la carrera de Periodismo de la Universidad de Antioquia en el área de Narrativa periodística. El último proyecto dirigido por ella dio como resultado los libros Jamás olvidaré tu nombre y El cielo no me abandona, escritos por víctimas del conflicto armado colombiano.