El asesino de Balzac
"Balzac fue asesinado en la escuela, donde todos los poetas son asesinados". Henry Miller
I.En la iglesia de San Ignacio, una mujer escuálida, de edad imposible, se arrodilla frente al altar. Huele mal. Viste falda café, camisa harapienta abotonada hasta el cuello, y zapatos de tela. Lleva un bolso ajado, y una diadema de plástico coronada con margaritas diminutas.
El cura imparte la bendición final. Comienza un concierto con el grupo Opus 4. Ella permanece, desmadejada, sobre las escalas del altar. Mientras cantan "Volver con la frente marchita?", la vagabunda deja caer su bolso abierto (sólo carga un pañuelo amarillento) y alza la frente hacia la cúpula de la iglesia. Sonríe, con las manos sobre el regazo.
No sé definir la poesía. Tal vez, la imagen de esa mujer me acerque.
II.Recuerdo a un tipo llamado Édgar, aprendiz de asesino, que cometía versos y los vendía en las cajas registradoras del Éxito. Leer las instrucciones de las cuchillas Minora, exhibidas al lado de sus libros, era una experiencia estética más conmovedora que los poemas allí contenidos.
III.
Cuando en el colegio una de las asesinas de Balzac declamaba "Siquiera se murieron los abuelos", yo pensaba en los míos. No estaban muertos, pero habrían preferido estarlo para evitar ver cómo se mellaba mi perfil? del tedio.
IV.
Jamás he visto un estante del supermercado con latas de versos "no perecederos" pero sí he caminado por campos sembrados de poemas. En más de quince años como periodista cultural no he conocido al primer cojonudo que tras el apretón de mano me diga: "Mucho gusto, soy Fulano. Poeta".
V.
Conozco películas dedicadas al poeta en busca de inspiración ("Poesía", de Lee Chang-dong) o al que no sabe qué hacer con la suya ("El lado oscuro del corazón", de Eliseo Subiela). Estoy convencida de que no sólo en el cine existen personajes que guardan poemas en el botiquín o carniceros dispuestos a intercambiar sonetos por longanizas.
VI.
He leído malos poetas y también poetas que no me gustan. Su casa es el cliché, y el lugar común su sofá. Son fáciles y predecibles. Creen que su mirada cambia con los tóxicos: inhalados, bebidos, untados. (O copiados).
Y ni así.
La poesía puede ir en el bus oxidado y ruidoso de la ruta Aranjuez 204, con la leyenda: "Volvió Javier el rápido".
Le creo a Jaime Jaramillo Escobar: "Reservar el término de poeta sólo para el que escribe versos es empequeñecer la poesía"*.
VII.
Los niños son los maestros primeros de poesía. No es gratuito que los grandes (Miguel Hernández, Pedro Salinas o César Vallejo) parezcan buscar el vientre.
Los mejores poetas hacen música. Y los músicos suelen hacer la mejor poesía.
¡Jim Morrison!
El tiempo es el juez implacable del poeta. Pero el juez inmediato es el corazón.
VIII.Cuando mi ciudad se llena de poesía, les canto a los poetas anónimos (sin galardón, cuya obra tiene un único mérito: haber sido escrita) y a los malos poetas (sin ellos, no sabríamos qué es la buena poesía).
Para los anónimos, una sugerencia: salgan del cajón.
Para los malos, una súplica: no publiquen. (Cada rima de Ricardo Arjona vuelve a asesinar a Balzac y tortura a una buena parte de la Humanidad).
* Método fácil y rápido para ser poeta I.
I.En la iglesia de San Ignacio, una mujer escuálida, de edad imposible, se arrodilla frente al altar. Huele mal. Viste falda café, camisa harapienta abotonada hasta el cuello, y zapatos de tela. Lleva un bolso ajado, y una diadema de plástico coronada con margaritas diminutas.
El cura imparte la bendición final. Comienza un concierto con el grupo Opus 4. Ella permanece, desmadejada, sobre las escalas del altar. Mientras cantan "Volver con la frente marchita?", la vagabunda deja caer su bolso abierto (sólo carga un pañuelo amarillento) y alza la frente hacia la cúpula de la iglesia. Sonríe, con las manos sobre el regazo.
No sé definir la poesía. Tal vez, la imagen de esa mujer me acerque.
II.Recuerdo a un tipo llamado Édgar, aprendiz de asesino, que cometía versos y los vendía en las cajas registradoras del Éxito. Leer las instrucciones de las cuchillas Minora, exhibidas al lado de sus libros, era una experiencia estética más conmovedora que los poemas allí contenidos.
III.
Cuando en el colegio una de las asesinas de Balzac declamaba "Siquiera se murieron los abuelos", yo pensaba en los míos. No estaban muertos, pero habrían preferido estarlo para evitar ver cómo se mellaba mi perfil? del tedio.
IV.
Jamás he visto un estante del supermercado con latas de versos "no perecederos" pero sí he caminado por campos sembrados de poemas. En más de quince años como periodista cultural no he conocido al primer cojonudo que tras el apretón de mano me diga: "Mucho gusto, soy Fulano. Poeta".
V.
Conozco películas dedicadas al poeta en busca de inspiración ("Poesía", de Lee Chang-dong) o al que no sabe qué hacer con la suya ("El lado oscuro del corazón", de Eliseo Subiela). Estoy convencida de que no sólo en el cine existen personajes que guardan poemas en el botiquín o carniceros dispuestos a intercambiar sonetos por longanizas.
VI.
He leído malos poetas y también poetas que no me gustan. Su casa es el cliché, y el lugar común su sofá. Son fáciles y predecibles. Creen que su mirada cambia con los tóxicos: inhalados, bebidos, untados. (O copiados).
Y ni así.
La poesía puede ir en el bus oxidado y ruidoso de la ruta Aranjuez 204, con la leyenda: "Volvió Javier el rápido".
Le creo a Jaime Jaramillo Escobar: "Reservar el término de poeta sólo para el que escribe versos es empequeñecer la poesía"*.
VII.
Los niños son los maestros primeros de poesía. No es gratuito que los grandes (Miguel Hernández, Pedro Salinas o César Vallejo) parezcan buscar el vientre.
Los mejores poetas hacen música. Y los músicos suelen hacer la mejor poesía.
¡Jim Morrison!
El tiempo es el juez implacable del poeta. Pero el juez inmediato es el corazón.
VIII.Cuando mi ciudad se llena de poesía, les canto a los poetas anónimos (sin galardón, cuya obra tiene un único mérito: haber sido escrita) y a los malos poetas (sin ellos, no sabríamos qué es la buena poesía).
Para los anónimos, una sugerencia: salgan del cajón.
Para los malos, una súplica: no publiquen. (Cada rima de Ricardo Arjona vuelve a asesinar a Balzac y tortura a una buena parte de la Humanidad).
* Método fácil y rápido para ser poeta I.
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