martes, 31 de mayo de 2011

"De todo un poco", escribe Pedro Juan González Carvajal en El Mundo

De cara al porvenir
De todo un poco

Autor: Pedro Juan González Carvajal
30 de Mayo de 2011



Recordemos a Artigas cuando dice: “Con libertad, ni ofendo ni temo”, y a Pitágoras cuando sentencia: “Educar no es dar carrera para vivir, sino templar el alma para las dificultades de la vida”.

Ahora que estamos en los preliminares de las contiendas electorales subnacionales, es importante reconocer que existen dos temas que por su magnitud exigen respuestas concretas por parte de los aspirantes: La primera, establecer propuestas viables y definir estrategias para enfrentar la corrupción que se apoderó del país y cómo establecer mecanismos de gobierno transparentes, no solo en la teoría, si no en la práctica, para evitar que el flagelo continúe dentro de sus administraciones. En ese orden de ideas, hay que reconocer que los cuatro grandes rubros presupuestales que se manejan a nivel planetario, sin que Colombia sea la excepción, son: Defensa, Infraestructura, Salud y Educación. Digamos que en lo regional y lo local, en un país centralizado como Colombia, el tema de la Seguridad está concentrado por el Gobierno Central, pero que los otros rubros, aún cuando están relacionados con temas de transferencias y regalías, son del resorte de Alcaldes y Gobernadores, y por lo tanto su responsabilidad es directa tanto para labores de mantenimiento y aseguramiento de cobertura, como de crecimiento y ampliación, debiendo estar signados por una innegociable eficiencia en su manejo, lo cual redunda en la reclamada transparencia de hoy en día. A partir del nombramiento de profesionales idóneos y pulcros en la cabeza de estos asuntos, ¿Será que necesitamos desde los poderes ejecutivos locales, implementar instancias de Auditoría y Control dedicadas exclusivamente a cada uno de estos rubros?  No por seguir haciendo más de lo mismo, obtendremos resultados distintos, ni por acuñar eslóganes ni lemas de campaña que suenen apropiados. El otro asunto es el invierno inclemente que nos azota y nos seguirá afectando, y que está haciendo y que hará que todas las propuestas de gobierno en un momento determinado, tengan que ser modificadas para concentrarse en labores de prevención y atención de desastres y en actividades de reconstrucción.

Un segundo asunto tiene que ver con la necesidad de que “todas las fuerzas vivas del país”, hagan sus aportes, desde el conocimiento, sobre el proyecto de Ley que pretende reformar la Educación Superior, y no sólo desde su particular interés o desde su ignorancia y desinformación, con el fin de que nos equivoquemos lo menos posible en un tema  estructurante para el futuro del país. ¿Será que con una actualización de la actual Ley, incorporamos  lo que hoy se presenta como necesario? ¿Definitivamente necesitamos una Ley nueva que oriente esta actividad? El tema de la financiación de la Educación Superior está en el ojo del huracán y es la objetividad y la responsabilidad con los altos intereses de la nación, lo que nos permitirá optar por el camino menos malo. Hace algunos años, dejamos acabar el Instituto de Fomento Industrial IFI, que tanto bien le trajo a algunas propuestas de generación de riqueza a todo el país. ¿No será posible crear un IFI para la financiación de la necesaria investigación que requerimos, así como para potenciar los pocos o muchos emprendimientos que pasen de la etapa de incubación a la de empollamiento?

Un tercer asunto tiene que ver con el hecho de que la ONU ha declarado el 2011 como el año Internacional de los  afrodescendientes. Nada más pertinente en un mundo que se vanagloria en términos retóricos de respetar la igualdad y ejercer la tolerancia, lo cual no es evidente, por el cúmulo de acciones contrarias que se evidencian en la realidad. A nuestros hermanos afrodescendientes y con ellos a todas las comunidades étnicas, culturales,  sexuales y las demás de todo tipo, nuestra voz de respeto y de tolerancia con la diversidad.

Recordemos a Artigas cuando dice: “Con libertad, ni ofendo ni temo”, y a Pitágoras cuando sentencia: “Educar no es dar carrera para vivir, sino templar el alma para las dificultades de la vida”.

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